España sigue a la cola en vacantes de empleo, pese a las quejas patronales de falta de mano de obra
“Yo creo que es un hecho claro. En España hay tres millones de personas, o algo más [en desempleo, aunque cuando dijo esto el último dato de paro registrado era de 2,8 millones de personas], y la realidad es que hay un montón de puestos de trabajo, muchos miles de puestos de trabajo en hostelería, en la construcción, en ingenierías y las carreras STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), que no se cubren. Esa es una realidad”. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, dijo estas palabras el 24 de mayo, un discurso similar al que repetía en los meses anteriores y en el que ha vuelto a insistir cuando se le ha preguntado sobre los puestos de trabajo sin cubrir. Es un análisis que no coincide con las estadísticas oficiales: este viernes Eurostat ha publicado datos provisionales de vacantes del segundo trimestre del año y España está a la cola. La tasa de puestos de trabajo sin cubrir es del 0,9%, frente a la media de los Ventisiete del 2,8% y muy por debajo de los que más sufren este problema, como Países Bajos (4,7%). En un análisis concreto, sector a sector, sí hay actividades específicas en las que agentes sociales y Gobierno coinciden con los empresarios al reconocer dificultades de captación de personal, pero rechazan que sea un problema general.
El Ministerio de Trabajo se ha esforzado mucho en los últimos meses en combatir este discurso patronal, aludiendo en todo momento a las estadísticas oficiales para destacar que en España no hay un problema de mano de obra. La estadística nacional española, con la que luego Eurostat elabora el análisis comunitario, es la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL). El último registro difundido, del primer trimestre del año, recogía 149.645 vacantes sin cubrir, más que nunca. Supuso un aumento de unas 9.000 personas respecto al último cuarto de 2022, pero cabe destacar que esta variable suele aumentar en ese periodo y que entonces lo hizo en menor medida que en los últimos años. En 2022 lo hizo en unas 24.903 personas, una cifra similar a la del ejercicio anterior.
El departamento que dirige Yolanda Díaz destaca que esas casi 150.000 vacantes son un rasguño frente a los 21 millones de trabajadores. Tienen “clarísimo” que en España no hay un problema de puestos de trabajo sin cubrir, pese a las quejas de los empresarios. “Son muy pocas en comparación con los ocupados. No es estadísticamente cierto que las empresas tengan dificultades para cubrir necesidades de empleo”, vienen indicando fuentes del ministerio. “Nuestra tasa (0,9%) es tan baja porque, lamentablemente, nuestro dato de paro es muy alto (un 11,7%, ante la media europea del 5,9%)”, insisten las mismas fuentes.
Entre las patronales que más denuncian este problema están las de la construcción, la hostelería o la metalurgia. Varias han elaborado sus propios estudios que señalan un alto nivel de vacantes. “En España solo existe esta fuente estadística oficial para medir vacantes. Y es una estadística muy robusta, en la que se pregunta a 28.500 empresas”, resaltan en Trabajo. Ante las cuestiones sobre una posible flaqueza en esta estadística, dado el contraste entre lo que refleja y lo que dicen los empresarios, el ministerio repite que “se basa en una muestra enorme, homologada por Eurostat”. Los sindicatos rechazan que haya un problema general de puestos sin cubrir, e insisten en la alta cifra de desempleados como principal argumento contra esta conclusión.
Cuando el debate se aterriza en sectores concretos, en vez de hablar en términos generales, se encuentran más coincidencias entre los discursos patronales y sindicales. Tanto los representantes de los trabajadores como los de los empresarios reconocen que faltan algunos perfiles muy específicos, para los que no hay suficientes empleados formados respecto a la demanda actual. Esta coincidencia en el discurso se da para algunos puestos de la industria metalúrgica, la tecnología o algunas áreas de la construcción, pero no se da en sectores como la hostelería, en el que los sindicatos insisten en que el problema es de condiciones laborales.