Queridos amigos, nuestro grande y hermoso reino a veces me inspira con sus fantásticos personajes a crear lo que yo llamo "literatura de cuasificción". Que no es ficción y ojalá lo fuera.
La historia que os traigo hoy es la de un empresaurio. Para el que no lo sepa, un empresaurio es un animal asustadizo, tradicional, y que gusta de habitar las cavernas más oscuras y los sillones más profundos.
El empresaurio en cuestión se trata de Juan Rosell. Juan Rosell es un buen empresaurio: le gusta tener razón, le gusta que la gente trabaje y le gusta ser empresaurio.
Juan Rosell habita un pozo infecto llamado CEOE, que para el incauto que no lo sepa es un sindicato que lucha contra la acción sindical (cobrando para dicho fin cuantiosas y nada despreciables subvenciones públicas). Esta es una de esas aparentes contradicciones de la vida, pero pronto veréis que en la mente de este señor todo tiene sentido.
Probablemente pensaréis que todo el mundo es libre de decir bobadas y de habitar cuevas infectas, pero ah amigos, lo que no sabéis es que cuando este empresaurio grazna sus ideas, hay gentes de bien (como Marianico el Corto) que inocentemente creen en dichas bobadas. Y eso resulta en algo malo.
¿Pero tan malos son los empresaurios? ¿Qué ha dicho este para que el señor Hipnos se moleste en dedicarle un cuento?
Bueno, este señor vive en una especie de realidad paralela donde toda la solución a los males del reino consiste en hundir, degradar y precarizar cualquier tipo de trabajo. Según él, lo único que necesita España son reformas "de las que duelen" porque esas son "las que curan".
No se nos olvide que para este señor, el IPC no debería tener nada que ver con el incremento de los salarios., que en la mente de este señor el paro es como unas vacaciones largas ("Como aquí el subsidio dura hasta 24 meses, la gente encuentra trabajo milagrosamente cuando falta un mes o dos para agotar el subsidio") y que cualquier forma de esclavitud es mejor que estar parado ("Aunque los sindicatos lo llaman contratos basura, nosotros creemos que es mejor tener a la gente trabajando una hora, dos horas o tres horas que cero. Esa es nuestra teoría").
Porque claro, puede ser que el esclavo, en su indignante ser, sea capaz de despertar la misericordia de su amo y señor empresaurio y así: "Intentemos que la gente trabaje dos horas, tres horas o cuatro horas durante tres días, porque si lo hace, está en la empresa, en la empresa lo ven, y a lo mejor al final lo contratan". Y así todo genial, maravilloso y todos felices. Pero por supuesto, la misericordia no viene gratis: "Ojalá convenciéramos a los indefinidos para bajar ciertos derechos y dárselos a los temporales"
La última idea feliz que ha emanado de las entrañas infectas de este empresaurio ha sido lo siguiente: el trabajo "fijo y seguro" es un "concepto del siglo XIX".
¿Conocerá nuestro empresaurio al señor Marx y el concepto de Ejército industrial de reserva? ¿Tendrá en mente de que cualquier aumento en la productividad vendrá necesariamente de la mano de la tecnología y la consiguiente destrucción de puestos de trabajo?
Su empresaurio amigo Gerardo Días lo tiene claro: "Hay que trabajar más y ganar menos para salir de la crisis"
Espero que esta historia os haya iluminado vuestros corazones y ahora seáis gente de luz que conoce la maravillosa vida y obra de Joan Rosell (cuyo sueldo es de 208k/año en Gas Natural, por si os inquieta).