He conocido muchas personas que detestan los psicólogos. No los culpo, tienen buenas razones para hacerlo.
En la gran mayoría de los casos las terapias psicológicas son una estafa. Saber que la psicología es un negocio no es suficiente para hacer conciencia acerca de la deshonestidad de sus métodos, pero que sea un engaño ya es diferente.
Una razón muy sencilla es la siguiente: los psicólogos dicen mentiras y cobran por eso. El problema es que para darse cuenta de cómo y porqué pasa esto, hace falta haber estudiado psicología en serio, con pasión de verdad.
Supongamos que usted es alcohólico y va al psicólogo porque está a punto de perder todos sus ahorros comprando trago, su familia está cansada de su irresponsabilidad y su pareja lo acaba de abandonar.
Usted le cuenta esto al psicólogo porque confía en que él ha estudiado el asunto, piensa que él ha leído acerca de experimentos con monos alcoholizados y conoce el origen de su deseo de embriagarse, entonces usted da por sentado que él sabrá cómo hace uno para dejar de tomar.
El psicólogo lo escucha sin sorprenderse, lo mira todo el tiempo con atención constante y no se inmuta con los detalles escabrosos. Después usted le pregunta si eso puede arreglarse, si usted va a dejar de tomar así y podrá volver al vino navideño sin vender la casa. El psicólogo le dice entonces que sí, que todo se va a arreglar.
Esto ya es mentira y aún no comienza la terapia.
¿Por qué?
Porque nadie, ningún psicólogo, sacerdote, brujo, sanador, médico, acupunturista o psicoanalista puede predecir el futuro. La verdad es que nadie sabe si usted va a dejar de tomar, nadie sabe si eso lo destruirá o no, ni siquiera usted. He ahí la primera mentira: el psicólogo quiere que usted siga visitándolo y por eso le dice que todo se va a arreglar. La razón para mentir es muy simple: entre más consultas más dinero.
A veces usted se encuentra triste (los psicólogos lo llamarían deprimido), y llama a un amigo o una amiga para distraerse o entretenerse (los psicólogos llamarían a esto una conducta de escape o huída, mecanismo de defensa, evitación, bla bla bla).
Usted va con su amigo a dar un paseo por el centro comercial, caminan por un parque, se sientan en un café, miran vitrinas, miran personas; al anochecer se toman un trago, compran algo para comer, se despiden y usted se va a la casa con nuevas ideas y motivaciones porque su amigo lo ha sabido escuchar, usted ha liberado su rabia y le han hablado de otros problemas también, usted ahora se siente aliviado porque sabe que no es el único que sufre y que hay alguien que se interesa por usted a pesar de todo.
Los psicólogos dirían que esto no solucionó la raíz del problema, que solo es un alivio transitorio y que pronto usted volverá a sentirse triste a menos que vaya a una terapia seria donde se analice la cosa a fondo.
Esto no es cierto por dos razones: la primera es que toda persona siempre volverá a sentirse triste en algún momento, no porque un problema irresuelto lo carcoma por dentro, más bien porque la tristeza es parte de la vida, igual que el invierno. La segunda razón es que no hace falta una terapia para sentirse mejor, hay muchas formas de sentirse mejor y quizá una de las mejores es compartir algo con los amigos.
La verdad es que esa tarde con su amigo sí ha funcionado, sí lo ha ayudado a pensar cosas, sí lo ha movido a reflexionar esa noche antes de dormir y sí lo ayudará a ver sus problemas desde otro punto de vista. Por lo tanto si usted es una persona afortunada, es decir si usted tiene buenos amigos con quienes puede conversar, usted no necesita nada más para comprender mejor su tristeza y salir de ella.
Una de las principales razones porque la gente va al psicólogo de manera recurrente es porque no tiene amigos y se siente solo y aburrido. No hace falta realizar análisis profundos sobre la dinámica familiar, la infancia, las relaciones sociales o la hermenéutica, no es necesario ubicar la zona de la corteza cerebral donde no llega la serotonina o la dopamina, ni aumentar los niveles de litio, basta con estar dispuesto a hablar con franqueza y tener un amigo a la mano.
Ayer hablando con mi novia tratamos sobre el tema de la psicología y como a ambos nos parecia una burda estafa. Además como bastantes de nuestros conocidos homosexuales o personas que catalogariamos como "raras" han pasado a ser piscologos y tratar con enfermos. Creo ha llegado el momento de quitarles la cara a este sector que se parecen mucho a las brujas, magos y curanderos.
¿Vosotros que pensais? ¿Deberían ser revisada estas pseudo ciencias y fomentar el estudio de la psquiatria y no el de la psicología?