Me encanta que ya se intente clasificar el humor en de izquierdas o de derechas.
O más bien, como dicta el patético intento de marxismo cultural, chistes ascendentes -del oprimido al opresor. O sea buenos- y descendentes -del opresor al oprimido. O sea, malofachafranco.
El humor no tiene límites, y debe ir en cualquier dirección. Limitarlo es tan inútil como la depiladora de una feminista radical. (jueeeej...)
Fuerza los límites de lo correcto, pone a prueba lo pactado como moralmente aceptable. Eso es precisamente el humor.
Además, cuando toque que se mofen con algo que nos afecte, tocará apechugar, y reirse también. Al humor se le combate con el humor. Lo ofendiditos que se sientan los gilipollas de turno, me la pelan basto.
Lo mejor de todo es que aunque la nueva izquierda se rasgue las vestiduras porque no entiende que no solo se permita su dirección del humor, luego en privado bien que se rien de chistes de humor negro, de mal gusto y folla-minorías.
Eso sí, en la manifa la sotana de moralina bien puesta.