PP y Ciudadanos ya están de acuerdo en varias cosas sin haber empezado las negociaciones. Hay diputados para sumar y el cambio tiene que llegar a Andalucía. Sus electores no entenderían lo contrario después de que por primera vez esa opción existe y el PSOE puede abandonar la Junta de Andalucía. Por eso, ambas formaciones tienen prisa por resolver la situación. La primera reunión se celebrará la próxima semana, después del puente de la Constitución, y los equipos negociadores estarán encabezados por los secretarios generales de ambos partidos, el popular Teodoro García y José Manuel Villegas por parte de los naranjas. Hay una fecha fija que condiciona el resto del calendario: 27 de diciembre. Es el día en que se constituye el Parlamento andaluz y su configuración dejará escritas muchas pistas sobre el futuro gobierno autonómico.
Los populares, que no esconden su optimismo para un entendimiento relativamente inmediato, entienden que la negociación debe ser “global”, y que la Mesa del Parlamento y la Junta son parte de un todo. Así lo explicaron fuentes de esta formación en los corrillos de este 6 de diciembre en el Congreso con motivo del 40 aniversario de la ley de leyes. De hecho, el PP tiene claro que el pacto resultante de lo primero tendrá mucho que ver con lo segundo. Algo innegable teniendo en cuenta que en esta comunidad es el presidente de la Mesa del Parlamento quien propone al candidato de la investidura. En Ciudadanos también señalan ese camino que, necesariamente, obliga a una negociación exprés de poco más de dos semanas. Todo indica que populares y centristas pretenden tener cerrado el acuerdo antes de Navidad.
El segundo punto en común es haberse elegido mutuamente como socio prioritario y, de momento, como socio único. Ciudadanos lo dejó claro tras su ejecutiva nacional extraordinaria del miércoles cuando el propio Albert Rivera comunicó el mandato unánime que salió de la cita: priorizar al PP para empezar a negociar ya el próximo gobierno de la Junta y dejar claro que el PSOE estará en la oposición.
Los populares, en cambio, incorporaron esta novedad el jueves. Hasta ahora se mostraban más abiertos a que Vox participara activamente en el acuerdo. Pero, coincidiendo con la decisión del partido de Santiago Abascal de quedarse fuera del pacto —su dirección nacional aprobó facilitar el cambio de gobierno, pero no participar del “reparto de sillones”—, el PP asegura que su objetivo es sumar los 47 escaños (26 de PP y 21 de Cs) para presentar un acuerdo formal, los mismos que obtuvo Susana Díaz en 2015.
Sobre esa mayoría relativa la socialista logró gobernar durante casi cuatro años gracias al apoyo externo de Ciudadanos. El diseño del plan del nuevo bloque de centro-derecha es que Vox ejerza ese papel de respaldo desde fuera, aunque los populares son conscientes de que el precio del apoyo será condicionar su acción de gobierno a exigencias ya anunciadas, como la de “meter mano a Canal Sur” o desmontar parte de la administración. En el PP apuntan que más que cerrar, acabarían con el “despilfarro” en la televisión autonómica, además de cambiar su orientación informativa, volcada desde su nacimiento a lo que consideran un “apoyo propagandístico” a favor del PSOE.
En todo caso, en la incorporación del tercer actor necesario para el pacto empiezan los matices y las diferencias. Ciudadanos apostará hasta el final por contar con el apoyo del Partido Socialista vía abstención. En la formación naranja están convencidos de que existen diferencias sustanciales entre el PSOE andaluz y Ferraz y, por eso, defenderán la candidatura de Marín a la presidencia de la Junta como la única opción que podría contar con el apoyo de populares y socialistas. Es su plan A.
Entienden que su candidato está legitimado pese a haber quedado en tercera posición por ser el partido que más crece y el único al que los andaluces “no le han quitado su apoyo” (el PSOE ganó las elecciones dejándose 14 escaños y el PP quedó segundo perdiendo 7). Además, consideran que es más fácil que los socialistas terminen absteniéndose con Marín al frente que con el popular Juanma Moreno. En este punto obvian a Vox y reiteran que si los socialistas no quieren que la llave del gobierno “esté en manos de los extremos”, pueden evitarlo fácilmente. Pero, como publicó este diario, esta opción no se encuentra en el imaginario de Susana Díaz. Como tampoco en el del PP que el candidato sea de Ciudadanos y no el suyo.
La configuración de la Mesa en un Parlamento casi siempre actúa como antesala del gobierno. Ocurre en las Cámaras autonómicas y también en el Congreso de los Diputados. Fuentes populares no esconden que “cuando se vea la composición de la Mesa” en Andalucía “se podrá intuir” el resto del acuerdo. La cuestión es que esta batalla la darán todos los partidos. También el PSOE. PP y Ciudadanos, que con Vox tendrían la mayoría, empezarán abordando este punto la semana que viene en su primera reunión. Ninguno de los dos conoce, según dicen, las intenciones de los de Abascal sobre ocupar un puesto en el órgano de gobierno de la Cámara. Pero el reglamento de la misma especifica en su artículo 36 que todos los partidos que obtienen suficiente representación como para tener un grupo parlamentario, tienen derecho a estar presentes en la Mesa. Es decir, que Vox podría obtener su puesto.
El diseño del acuerdo en lo que respecta a populares y centristas es el obvio, ya tanteado por el PP cuando pretendió formar gobiernos de coalición con Ciudadanos en otras autonomías: reparto primero de los puestos clave en las mesas de las Cámaras regionales y, después, gabinetes conjuntos presididos por dirigentes del partido más votado. Como ahora Rivera sí se muestra partidario de que sus diputados entren en cargos de gestión, se abre paso la posibilidad de que un parlamentario de Cs asuma la presidencia de la Cámara andaluza y Moreno la presidencia del ejecutivo regional para formar después un gabinete con consejeros de los partidos, toda vez que los naranjas asuman que Marín no contará con apoyos.
En el PP confían en las buenas relaciones personales de su jefe con Rivera y, en segundo término, con Abascal para sacar adelante el “gobierno de cambio”. No obstante, también basan esa confianza en la lógica del interés político de sus futuros socios. Insisten en que Rivera no puede colaborar de ningún modo en la permanencia del “régimen” del PSOE en Andalucía, ni Abascal defraudar a su recién incorporados electores a las siglas de Vox.