La hipocondría o hipocondriasis es una condición en la cual el paciente presenta una preocupación excesiva con respecto a padecer alguna enfermedad grave. El origen del término hace referencia a una región anatómica, el hipocondrio, situada bajo las costillas y el apófisis xifoides del esternón, donde, según la escuela médica humoral, se creía que se acumulaban los vapores causantes de este mal. La hipocondría es, en esencia, una actitud que el individuo adopta ante la enfermedad. La persona hipocondríaca se somete, constantemente, a un autoanálisis minucioso y preocupado, incluso obsesivo, de las funciones fisiológicas básicas, y piensa en ellas como una fuente de segura enfermedad biológica.
La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo o la convicción de padecer una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal o de casi cualquier otro signo que aparezca en el cuerpo. Puede ocurrir, por ejemplo, con lunares, con pequeñas heridas, con la tos, incluso con los latidos mismos del corazón, con movimientos involuntarios o con sensaciones físicas no muy claras. Aunque el médico le asegure que no presenta enfermedad alguna, el hipocondríaco solamente se queda tranquilo durante un momento, pero su preocupación por lo general vuelve de nuevo.
La interpretación catastrófica, por parte del individuo, de los signos corporales más ínfimos es el mecanismo que desencadena la hipocondría. Se sabe que este trastorno afecta a menudo a ambientes familiares, es decir, que muchos miembros de una familia tienden a estar afectados. Hay familias que son especialmente sensibles y están muy inclinadas hacia la interpretación de los signos de enfermedad en todos los ámbitos de la vida. De esta forma, los miembros de la misma familia aprenden a interpretar negativamente cualquier signo corporal y lo asocian con angustia, miedo o ansiedad.
No debe descartarse la posibilidad de que una persona hipocondríaca esté realmente enferma. En muchas ocasiones lo que hace es centrar su atención en síntomas leves o imaginarios (mareos, dolor de cabeza, etcétera), y no en los verdaderamente importantes. Asimismo, el hipocondríaco, al centrar su atención emocional en una determinada función biológica, puede terminar por formar síntomas orgánicos reales (fenómeno psicosomático). El enfermo expresa así el efecto nocebo, es decir, la aparición de un síntoma somático causado por un proceso psíquico.
Fuente: Wiki
Y ahora, el debate:
Sois o habéis sido hipocondríacos? Qué enfermedad o enfermedades creíais tener? Qué sentíais? Cómo os afectaba a vuestra vida?
Yo, personalmente, sufro de hipocondría desde el verano de 2018, llegando a mi máximo en septiembre de 2018.
Tengo 30 años, y desde los 15 fumo tabaco, fumando actualmente dos paquetes al día. Desde febrero-marzo de 2018, empecé a sentir imposibilidad para tragar, falta de aire y un malestar en el pecho, como si algo no fuese bien, pero no le di la importancia que requería. Esos síntomas, propios de la ansiedad, se fueron acrecentando a medida que pasaban los meses, hasta que a primeros de septiembre toque fondo y pensé "me estoy muriendo". Intenté sobrellevarlo como pude, hasta que una noche, después de dar vueltas al salón durante una hora (ni es una exageración ni una forma de hablar) mientras lloraba sin remedio, con los brazos cruzados y 3 pastillas de valeriana en la boca, dije hasta aquí.
Acudí al médico, y le expliqué todo, desde los síntomas, hasta mi situación actual, tanto profesionalmente como en el aspecto personal. Le comenté que sabía que esos síntomas eran propios de la ansiedad, pero también es verdad que son síntomas de un cáncer, como el de pulmón o garganta. Además, me ha pillado en una época en la que apenas tenía apetito y no paraba de bajar de peso (llegué a 62 kg cuando mi peso normal son 75 kg), siendo la pérdida de apetito y de peso otros dos síntomas comunes del cáncer, por lo que no podía estar seguro de estar desarrollando un cáncer de pulmón a causa del tabaquismo. El médico me auscultó la respiración, sin que notase nada raro, y me mandó hacerme una analítica de sangre, de orina y una placa de tórax, según el propio médico para que ello me ayudase a tranquilizarme. Tras esa visita al médico, y aun asegurándome este que lo que tenía era una ansiedad de caballo (recomendándome además no dejar el tabaco mientras estuviese en este estado), seguí en mi obsesión, afectándome de forma negativa en mi vida. Cada día después de cenar, tenía que bajar a la calle a darme un paseo de 3-4 horas (hasta entrada la madrugada) porque era lo único que podía relajarme un poco y evitar tanto pensamiento negativo. Reanudé el gimnasio y me propuse entrenar de forma dura y respirando únicamente por la nariz (soy mucho de respirar por la boca, desde pequeño) como si consciente o inconscientemente estuviese poniendo a prueba a mi cuerpo, en busca de una prueba que me sirviese para saber que no podía estar desarrollando un cáncer.
En octubre, con los resultados en la mano, acudí nuevamente a ver al médico y concluyó que no solo estaba sano sino que además presentaba muy buenos resultados en todo. Eso hizo que me quedase tranquilo, al menos por un tiempo. No se me llegó a ir del todo esos pensamientos negativos sobre estar desarrollando una posible enfermedad, cuando caí en el error (muy típico), allá por enero de 2019, de buscar por Internet alguna forma de relajar el cuello y cuales podrían ser las causas, pues lo notaba muy tensionado, y di con los síntomas del cáncer de cuello. Desde entonces, vuelvo a tener "cuadros" de hipocondría, algunas veces más jodidos y otras veces más suaves, en relación a un posible cáncer de cuello, palpándome muy a menudo en busca de posibles bultos, analizándome delante del espejo etc etc
Desde septiembre, acudo a consulta de una psicóloga y desde hace un mes, compaginándolo con la terapia de la psicóloga, acudo a hipnosis para tratar el tema de la hipocondría y del tabaquismo (aún no me han "hipnotizado"), pues he comprobado que por mí mismo me estaba siendo imposible superar esto.
Es la primera vez en mi vida que sufro ansiedad de verdad, y la primera vez que sufro hipocondría. Y no se lo deseo ni al peor de mis enemigos, es demasiado jodido estar constantemente pensando si puedes o no tener o estar desarrollando una enfermedad grave que te lleve a la tumba, en mi caso relacionado únicamente con cánceres por tabaquismo.