Se refresca con un trago de cerveza. Y coge carrerilla: «Todo lo que hice fue para grabar un documental que iba a denunciar los fallos de seguridad del Estado español. Pero la Policía se montó otra película. Me detuvieron en 2014 y hasta dos años después no salió la noticia. Y es muy raro que detengan a un francotirador que ha apuntado al rey y que no se filtrara a la prensa. Se silenció mi detención porque no querían que la gente viera como el tonto del pueblo, con cuatro perras, tira abajo un Estado que se deja millones de euros en seguridad».
Santiago nunca escondía lo que hacía. Pero nadie lo escuchaba. Era invisible para los periodistas a los que enviaba fotografías de sus hazañas. Y un loco para los policías a los que contaba lo que estaba haciendo. Entonces un amigo le aconsejó que debería poner la mirilla de su rifle en un objetivo más internacional. Y pensó que en el lugar donde residía, en la capital de España, no había nada más internacional que el Real Madrid.
Lo primero que hizo fue contratar a un grupo de 10 actores y meterse en un partido en el estadio Santiago Bernabéu con chalecos bombas (simulados) que él mismo había fabricado. Pasaron todos los controles. Y lo grabaron todo con microcámaras incrustadas en gafas. Después, a tres meses para la final de Champions de Lisboa, Santiago y su grupo de actores empezaron a ir a diario con una furgoneta amarilla con los cristales tintados a la salida de la ciudad deportiva de Valdebebas, donde se entrena el equipo merengue.
Allí, junto a una rotonda, Santiago esperaba a que salieran los futbolistas para abrir un poco la ventana de la furgoneta y apuntarles con un rifle B.O.P.E. del calibre 8x57. Mató a Cristiano Ronaldo, a Sergio Ramos, a Karim Benzema... Al entonces capitán del equipo, Iker Casillas, fue al que más disparó porque era el que más se paraba con los aficionados para firmar autógrafos. Incluso probaba algunas veces a acercarse a la ventanilla del vehículo del portero con una pistola escondida en el pantalón simulando ser un aficionado más a ver si alguien se daba cuenta. Otro de sus objetivos fue el presidente Florentino Pérez, al que pilló con su mirilla cuando salía conduciendo su Audi. «Los cristales del coche no estaban blindados así que podría habérmelo cargado sin problemas», asegura. Todo lo grababa en vídeo con una cámara puesta en el visor del arma.
Con todas esas imágenes acudió una mañana a las oficinas del Santiago Bernabéu y se las entregó al jefe de seguridad del club. Le explicó que todo formaba parte de un documental que estaba grabando y que había detectado muchos fallos de seguridad. Meses después, el 30 de julio de 2014, varios agentes de la Policía se personaron en el domicilio de Santiago y lo detuvieron. Primero le explicaron que era por delitos contra la corona e intento de homicidio del rey (había apuntado en la cabeza al monarca semanas antes, durante su coronación). Aunque, ya esposado en el coche patrulla, los agentes le reconocieron que fueron a por él porque el Real Madrid lo había denunciado.
Pero hasta 2016 no saltó a la prensa la noticia de su detención. «El francotirador que tuvo a Juan Carlos I y Felipe VI en la mirilla de su rifle», tituló entonces El Confidencial, el diario digital que adelantó el suceso. Dos años después de su detención. Porque a Santiago lo juzgó la Audiencia Nacional por simular los atentados contra los reyes y los presidentes del Gobierno, entre otros. Fue imputado por delitos de provocación por el homicidio del rey y enaltecimiento del terrorismo. Aunque fue absuelto en noviembre de 2016 por la Sección Primera de lo Penal, presidida entonces por Fernando Grande-Marlaska, ahora ministro del Interior. A Marlaska le quedó claro que la intención del francotirador era demostrar los fallos de seguridad y que las armas que poseía, para las que tenía licencia, estaban inutilizadas para disparar.
Ahora Santiago rompe su silencio porque ha demandado a Atresmedia ante los Juzgados de lo Mercantil de Madrid. Solicita a la cadena 25 millones de euros por vulnerar sus derechos de propiedad intelectual y por daños morales. «Cuando salió la noticia de mi detención varios medios empezaron a publicar las fotos del sumario que había hecho apuntando a las personalidades. Pero cadenas como La Sexta emitieron sin permiso varias cintas del documental que estaba preparando y que ya había incluso fijado su venta (por 330.000 euros) a una productora que trabaja con Mediaset», explica.
«He estado dos años preparando la demanda con abogados especialistas en propiedad intelectual. Robaron mi trabajo documental de cinco años. Quiero que la gente lo sepa, porque la noticia con la que se quedaron es que había un loco francotirador que apuntó al rey y seguramente ni sepan que fui absuelto».