Yo siempre he pensado que el llamar pedante a otro es una demostración excelente de la incapacidad del que insulta para ponerse al nivel intelectual del insultado.
De todas formas, tienes razón en que mucha gente utiliza sus conocimiento como un accesorio más de su estética personal. Luego, al discutir con él o ella, te das cuenta de lo idiota que es por mucho que haya leído a Kierkegaard.
Y es que la inteligencia también se cultiva, pero de la tierra yerma no crece mata.