Las luces de la sala se apagaron. Hubo un susurro en uno de los extremos y súbitamente Joe estaba viendo una pantalla cinematográfica fuertemente iluminada.
CUANDO
LA ATLÁNTIDA
DOMINABA EL MUNDO
El título aparece con letras que parecen pequeños bloques de piedra apilados uno encima de otro formando una especie de pirámide escalonada. Es seguido por imágenes de la Tierra con el aspecto que tenía hace treinta mil años atrás, durante las grandes glaciaciones, mostrando mamuts, tigres dientes de sable y cazadores homínidos, mientras el narrador explica que al mismo tiempo, la civilización más grandiosa conocida por el hombre florecía en el continente de Atlántida. Los atlantes no saben nada sobre el bien y el mal, comenta el narrador, viven hasta los quinientos años de edad y no tienen miedo a la muerte. Sus cuerpos están cubiertos de pelaje, como los simios.
Luego de ver varias escenas domésticas en Zukong Gi-morlad-Siragosa, la ciudad más grande y más cercana al centro del continente (aunque no la capital, ya que los atlantes no tenían gobierno), nos trasladamos a un laboratorio, donde un científico joven (de 100 años de edad) llamado GRUAD le explica un experimento biológico a su colega GAO TWONE. El experimento es un gigantesco hombre-serpiente acuático. Gao Twone está impresionado, pero Gruad se declara aburrido; desea operar un cambio sorprendente en sí mismo. Gruad ya es raro de por sí - a diferencia de los demás atlantes, no está cubierto de pelaje: solamente tiene una corta mata de cabello rubio en la cabeza y una barba tupida. En comparación a sus paisanos parece grotescamente desnudo, aunque viste una túnica verde pálido de cuello alto y guantes -. Le dice a Gao Twone que está cansado de acumular conocimiento sin motivo alguno. “Es otro disfraz de la búsqueda del placer a la que demasiados coterráneos atlantes dedican sus vidas. Por supuesto, eso no es incorrecto - el placer mueve las energías -, pero siento que debe haber algo más elevado, más heroico. Todavía no tengo un nombre para ello, pero sé que existe”.
Gao Twone se muestra un tanto sorprendido. “¿Tú, un científico, hablas de conocer la existencia de algo sin tener evidencias?”.
Gruad es vencido por el argumento y admite “Mi vista necesita aclararse”. Pero luego de un momento vuelve a la carga. “A pesar de haber tenido mis momentos de duda, creo que mi vista es realmente clara. Necesito hallar evidencia, por supuesto. Pero incluso ahora, antes de empezar, siento que sé qué es lo que encontraré. Podemos ser más grandiosos y refinados de lo que somos. Observo lo que soy y a veces me desprecio. Solamente soy un animal astuto. Un primate que aprendió a jugar con herramientas. Quiero ser mucho más que eso. Digo que podemos ser como los lloigor, y más también. Podemos conquistar el tiempo y alcanzar la eternidad como ellos. Deseo lograrlo, o destruirme en el intento”.
La escena cambia a un salón de banquetes en el cual INGEL RILD, un venerable científico, está reunido junto a otros atlantes prominentes para celebrar un nuevo logro en la investigación espacial, la producción de una llamarada solar. Ingel Rild y sus asociados habían desarrollado un misil que al llegar al sol podía provocar una lengua de fuego. Mientras fumaban cáñamo, les cuenta “podemos controlar al segundo la duración de la llamarada y al milímetro la distancia que se extenderá desde el sol. Una llamarada de magnitud considerable puede achicharrar nuestro planeta. Una llamarada menor puede bombardear la Tierra con radiaciones tales que la zona más cercana al sol sería destruida, mientras que el resto del mundo sufriría cambios drásticos. Los más graves serían, tal vez, las mutaciones biológicas que provocarían esas radiaciones excesivas. Varias formas de vida serían dañadas y tal vez podrían extinguirse. Se desarrollarían nuevas especies. Toda la naturaleza sufriría una sacudida tremenda. Esto ya ha sucedido una o dos veces. Pasó hace setenta millones de años, cuando los dinosaurios desaparecieron súbitamente y fueron reemplazados por los mamíferos. Todavía tenemos mucho que aprender sobre el mecanismo que produce las erupciones solares espontáneas. Sin embargo, la posibilidad de provocarlas artificialmente es un adelanto que nos permitirá predecirlas y, posiblemente, controlarlas. Cuando alcancemos esa etapa, nuestro planeta y nuestra raza estará protegida contra el tipo de catástrofe que destruyó a los dinosaurios”.
Luego del aplauso, una mujer llamada KAJECI pregunta si no sería irrespetuoso alterar a “nuestro padre, el sol”. Ingel Rild responde que el hombre es parte de la naturaleza, por lo tanto lo que hace es natural y no puede ser considerado una alteración. Entonces Gruad lo interrumpe con furia, señalando que él mismo, una desagradable mutación, fue el resultado de una alteración de la naturaleza. Le dice a Ingel Rild que los atlantes no conocen suficientemente a la naturaleza como para controlarla. Declara que el hombre está sujeto a leyes. Todas las cosas lo están, pero el hombre es diferente porque puede desobedecer las leyes naturales que lo gobiernan. “Podemos hablar sobre la humanidad,” continúa Gruad, “como hablamos de nuestras máquinas: en términos de rendimiento deseado y de rendimiento real. Si una máquina no cumple la función para la que fue diseñada, intentamos corregirla. Queremos que haga lo que debe hacer, y no lo que pueda hacer. Creo que tenemos el derecho de exigir lo mismo a la gente: que hagan lo que deben y no lo que quieran”. Un científico, de edad avanzada y ojos alegres, llamado LHUV KERAPHT lo interrumpe, “pero las personas no son máquinas, Gruad”.
“Exacto” responde Gruad. “Ya había considerado eso. Por lo tanto he creado nuevas palabras, palabras más fuertes incluso que deber, poder o querer. Cuando una persona realiza algo que debe hacer lo llamo Bien; cuando no, lo llamo Mal”. Esta idea estrafalaria es recibida con una carcajada general. Gruad intenta hablar persuasivamente, conciente de su posición solitaria de pionero, y trata de comunicarse desesperadamente con las mentes cerradas que lo rodean. Hasta que luego de un par de discusiones, se torna amenazante “la gente de Atlántida no vive de acuerdo a la ley. Con su orgullo, golpean al mismo sol y presumen de ello, como hizo hoy Ingel Rild. Yo digo que si los atlantes no viven de acuerdo a la ley, un desastre los hará caer. Un desastre que sacudirá al mundo entero ¡Han sido advertidos! ¡Atiendan mis palabras!” Gruad sale solemnemente del salón de banquetes, tomando su capa colgada al lado de la puerta y poniéndosela mientras abandona el lugar. Kajeci lo sigue y le dice que cree haber comprendido parcialmente lo que él quiso decir. Las leyes de las que habla son como los deseos de los padres, “y los grandes cuerpos del universo son nuestros padres, ¿No es así?” La mano desnuda de Gruad acaricia la mejilla peluda de Kajeci, y se pierden juntos en la oscuridad.
A los seis meses, Gruad había formado una organización llamada el Partido de la Ciencia. Su bandera es un ojo adentro de un triángulo, rodeado por una serpiente que se muerde la cola. El Partido de la Ciencia demanda que la Atlántida publique las leyes naturales descubiertas por Gruad y que las haga obligatorias para toda la población, junto a un sistema de premio y castigo para reforzar su cumplimiento. La palabra “castigo” es otro aporte de Gruad al vocabulario atlante. Uno de los oponentes de Gruad explica a sus amigos que ese término significa tortura, y a todos se les eriza el pelaje. Ingel Rild anuncia a sus seguidores que Gruad quería demostrar - y la demostración abarcaba setenta y dos rollos escritos - que el sexo formaba parte de lo que él llamaba Mal. Bajo el sistema de Gruad, solamente estaría permitido el sexo para el Bien de la comunidad, es decir, para mantener viva a la raza.
Un científico llamado TON LIT exclama “¿Quiere decir que debemos pensar en la concepción durante el acto? Eso es imposible. Los penes no se pondrían erectos y las vaginas no se humedecerían. Es como, bueno, hacer música estridente con la boca mientras estás orinando. Llevaría mucho tiempo de entrenamiento, si es que se puede hacer”. Ingel Rild propone la formación de un Partido de la Libertad en oposición al de Gruad. Conversando sobre la personalidad de Gruad, Ingel Rild explica que había investigado su árbol genealógico y descubrió que entre sus ancestros figuraban varias de las personalidades más agitadoras de la historia atlante. Gruad es una mutación, al igual que muchos de sus seguidores. La energía normal de los atlantes fluye lentamente. La gente de Gruad es impaciente y está frustrada, eso es lo que los hace querer infligir sufrimiento en los demás”.
Joe se enderezó en su asiento con una sacudida. Si había comprendido esta parte de la película, Gruad - evidentemente el primer Illuminatus - también era el primer homo neofilus. Y los del Partido de la Libertad, que parecía ser el origen del movimiento Discordiano y del JAM, eran puros homo neophobus ¿Dónde encajaba eso con la actitud generalmente reaccionaria de las políticas Illuminati actuales, y las innovaciones de los discordianos y los JAMs? Pero el film continuaba…
En un lugar similar a una taberna de mala reputación donde hombres y mujeres fuman en pipas que se pasaban unos a otros, mientras que parejas y grupos de personas se acarician en los rincones oscuros, SYLVAN MARTISET propone formar un Partido de la Nada que rechace las posiciones del Partido de la Ciencia y del Partido de la Libertad.
Luego de esto, vemos peleas callejeras, atrocidades, castigos infligidos a personas indefensas por parte de hombres que llevan la insignia del ojo en el triángulo de Gruad. El Partido de la Libertad posee su propio símbolo: una manzana dorada. Las peleas se extienden, el número de muertos aumenta e Ingel Rild llora. Él y sus partidarios deciden tomar una medida desesperada - liberar al lloigor Yog Sothoth -: ofrecerle la libertad a este ser innatural, un devorador de almas venido de otro universo, con la condición de que les ayude a destruir el movimiento de Gruad. Yog Sothoth está aprisionado en el gran Pentágono de la Atlántida ubicado en un páramo desolado al sur del continente. Una nave eléctrica lleva a Ingel Rild, Ton Lit y a otro científico hasta aterrizar en una llanura invadida de hierbas grisáceas. Dentro del Pentágono, una enorme estructura de piedra negra, el suelo está chamuscado y el aire se estremece como visto a través de un espejismo de calor. Cada tanto se ven chispazos de corriente estática y un sonido desagradable, como el de un enjambre de moscas revoloteando alrededor de un cadáver, prevalece en todo el páramo. Los rostros de los tres sabios atlantes muestran disgusto, malestar y terror. Suben a la torre más cercana para hablar con el guardia. Súbitamente, Yog Sothoth toma control de Ton Lit, hablando con una voz aceitosa, rica, profunda y reverberante, y pregunta por qué lo buscan. Ton Lit lanza un horrible alarido y golpea sus oídos con las palmas de las manos. Una espuma asoma por las comisuras de su boca, se le eriza el pelaje y el pene se le pone erecto. Sus ojos denotan delirio y sufrimiento, como los de un gorila moribundo. El guardia utiliza un instrumento electrónico que parece una varita mágica con una estrella de cinco puntas en el extremo para someter a Yog Sothoth. Ton Lit gime como un perro y salta a la garganta de Ingel Rild. El rayo electrónico lo lanza hacia atrás, y queda de pié con la lengua colgando afuera, mientras el aspecto del Pentágono, el suelo y todas las cosas parece desdibujarse en curvas asimétricas. Yog Sothoth canturrea “¡la-nggh-ha-nggh-ha-nggh-fthagn!, ¡la-nggh-ha-nggh-ha-nggh-hgual! La sangre es vida… la sangre es vida…”. Los rostros, cuerpos y perspectivas se ven deformados y un brillo verdoso lo tiñe todo. Repentinamente, el guardia golpea la pared más cercana del Pentágono con la varita electrónica y Ton Lit aúlla mientras la inteligencia humana vuelve a sus ojos con gran dolor y asco. Los tres sabios abandonan el Pentágono bajo un cielo que lentamente va recuperando su color y forma normal. La risa de Yog Sothoth los persigue. Deciden que no pueden liberar al lloigor.
Mientras tanto, Gruad había llamado a sus seguidores más cercanos, conocidos como el Círculo Intacto de Gruad, para anunciar que Kajeci había concebido. Entonces les muestra un grupo de criaturas homínidas de piel verde y escamosa, vestidos con largas capas negras con capuchas decoradas con plumas rojas. Los llama sus ofidianos. Ya que los atlantes tenían una especie de instinto que les impedía matar (excepto cuando estaban ciegos de furia), Gruad había desarrollado de las serpientes a estos humanoides sintéticos, que resultaron ser los reptiles más inteligentes. No dudarían en asesinar hombres, y actuarían solamente bajo las órdenes de Gruad. Algunos de sus seguidores protestan, y él les explica que no serían asesinatos verdaderos. Dice “los atlantes que no aceptan las enseñanzas del Partido de la Ciencia son seres inferiores. Son como robots, no tienen sustancia espiritual interna que los controle. Nuestros cuerpos están imposibilitados, y no podemos levantar nuestras manos en contra de uno de nuestra propia raza. Ahora, la ciencia nos ha proporcionado otras manos”. En el transcurso de esta reunión, Gruad llama a sus hombres “los Iluminados” por primera vez.
Durante la siguiente reunión del Partido de la Libertad, los ofidianos atacan golpeando a las personas con barras metálicas y degollándolas con sus colmillos. Luego, el Partido de la Libertad realiza un funeral para una docena de víctimas, en el cual Ingel Rild pronuncia una oración que describe la forma en que la lucha entre los seguidores de Gruad y los otros atlantes está cambiando el carácter de todos los seres humanos:
“Hasta ahora los atlantes habíamos disfrutado del conocimiento sin preocuparnos por el hecho de que hay muchas cosas que desconocemos. Somos conservadores e indiferentes hacia las ideas nuevas, no tenemos conflictos entre lo que queremos hacer y lo que nos parece coherente. Creemos que lo que queremos hacer es beneficioso para nosotros. Consideramos que el placer y el dolor son un mismo fenómeno al que llamamos sensación, y respondemos al dolor inevitable relajándonos o volviéndonos contemplativos. No tememos a la muerte. Podemos leer las mentes de los otros porque estamos en contacto con todas las energías de nuestros cuerpos. Los seguidores de Gruad han perdido esa habilidad, y están agradecidos por eso. El Partido Científico idolatra las cosas y las ideas nuevas. Este amor por lo nuevo es el resultado de una manipulación genética. Gruad, incluso, arenga a la gente a tener hijos a los veinte años de edad, a pesar de que nuestra costumbre es tenerlos después de los cien. No son como nosotros. Agonizan al sentirse ignorantes. Están llenos de incertidumbre y de conflictos internos entre lo que quieren hacer y lo que deben hacer. Los niños que crecen bajo las enseñanzas de Gruad están aún más confundidos y perturbados que sus padres. Un doctor me dijo que las actitudes y la forma de vida que Gruad inculca en su gente son suficientes como para reducir considerablemente sus esperanzas de vida. Y mientras sus vidas se van acortando, buscan desesperadamente algún medio para alcanzar la eternidad”.
Gruad explica en una reunión de su Círculo Intacto que era el momento de intensificar la lucha. Si ellos no podían dominar a los atlantes, destruirían la Atlántida. “Atlántida será destruida por la luz” dice Gruad. “Por la luz del sol”. Gruad introduce la adoración del sol entre sus seguidores. Revela la existencia de dioses y diosas. “Ellos son energía, energía conciente. Yo llamo espíritu a esta energía pura poderosamente dirigida y enfocada. Todo movimiento es espíritu. Toda luz es espíritu. Todo espíritu es luz”.
Bajo la dirección de Gruad, el Partido de la Ciencia construye una gran pirámide de cientos de metros de altura, constituida por dos partes: la mitad superior, hecha de una sustancia cerámica indestructible con un ojo de mirada terrible en la cima, flota a quinientos pies (152 metros) de la base, sostenida en su lugar por generadores antigravitatorios.
Un grupo de hombres y mujeres dirigidos por LILITH VELKOR, vocera principal del Partido de la Nada, se reúnen al pié de la gran pirámide y se mofan de ella. Llevan carteles nadaístas:
NO ACLARES NUESTRAS MIRADAS, GRUAD - ACLARA LA TUYA
CADA VEZ QUE ESCUCHO LA PALABRA “PROGRESO” SE ME ERIZA EL PELAJE
EL SOL APESTA. LIBERTAD DEFINIDA ES LIBERTAD REPRIMIDA
EL MENSAJE DE ESTE CARTEL ES UNA MENTIRA
Lilith Velkor se dirige a los Nadaístas satirizando todas las creencias de Gruad, afirmando que el dios más poderoso de todos es una mujer loca, y es la diosa del caos. Para la risotada general, declara “Gruad dice que el sol es el ojo del dios sol. Esa no es más que otra de sus ideas sobre la superioridad masculina. En realidad, el sol es una manzana dorada gigante, y es el juguete de la diosa del caos. Y es propiedad de quien ella crea que lo merece”. Repentinamente, una banda de ofidianos ataca y mata varios de los seguidores de Lilith Velkor. Ella guía a su gente en un contraataque sin precedentes. Suben a los ofidianos por uno de los lados de la pirámide y los arrojan a la calle desde allí, provocándoles la muerte. Gruad declara que Lilith Velkor debe morir. Cuando se presenta la oportunidad, sus hombres la secuestran y la llevan a un calabozo. Allí hay una rueda enorme con cuatro divisiones:
Lilith Velkor es crucificada allí, atada con sogas cabeza abajo. Varios miembros del Partido de la Ciencia holgazanean alrededor, observando su agonía. Gruad entra, va hasta la rueda y mira a la moribunda, quien le dice “hoy es un día tan bueno para morir como cualquier otro”. Gruad la amonesta, diciéndole que la muerte es un gran mal y que debería temerle. Ella ríe y dice “toda mi vida desprecié la tradición y ahora también desprecio la innovación, ¡Seguramente soy el mejor ejemplo del mal para el mundo!” Muere riendo. La rabia de Gruad es insoportable. Jura que no va a esperar más tiempo; Atlántida es demasiado malvada para ser redimida: debe ser destruida.
En una planicie azotada por el viento, en la región septentrional de Atlántida, un enorme cohete con forma de lágrima y aletas graciosas está posado sobre una base de lanzamiento. Gruad está en la sala de control haciendo ajustes de último momento, mientras Kajeci y Wo Topod discuten con él. Gruad dice “la raza humana sobrevivirá. Atlántida será purgada y sobrevivirán los mejores. Los atlantes no son más que cerdos, robots, criaturas que no comprenden la diferencia entre el bien y el mal. Déjenlos perecer”. Su dedo presionó un botón rojo, y el cohete despegó camino al sol. Tardaría varios días en alcanzar su objetivo, mientras tanto Gruad reúne al Círculo Intacto a bordo de una nave y huyen de la Atlántida hacia las enormes montañas del este, a una región que luego sería llamada Tibet. Gruad calcula que para cuando el misil golpee el sol ya van a estar en su escondite subterráneo. El sol resplandece radiante sobre las planicies de Atlántida. Es un día hermoso en Zukong Gi-morlad Siragosa y la luz solar brilla sobre sus torres gráciles y delgadas unidas entre sí por redes de puentes curvilíneos, sobre sus parques, templos, museos, sobre sus bellos edificios públicos y sus magníficos palacios privados. Sus despreocupados habitantes velludos caminan en medio de la hermosura de la primera y más refinada civilización que produjo la humanidad. Familias, amantes, amigos y enemigos gozan de sus momentos privados sin sospechar lo que está a punto de suceder. Un quinteto ejecuta los melodiosos zinthrón, balatet, mordan, swaz y fendrar. El gran ojo al costado de la pirámide de Gruad lanza una mirada roja y horrible.
De repente, el cuerpo del sol enfurece. Lanza llamas en espiral y bolas de fuego. El astro parece una araña o un feroz pulpo descomunal. Una gran llamarada se dirige a la Tierra, primero roja, luego amarilla, verde, azul y blanca al final.
No queda nada de Zukong Gi-morlad Siragosa salvo la pirámide, con su segmento superior ahora descansando sobre la base al haber sido destruidos los generadores antigravitatorios. El ojo terrible observa una planicie negra, totalmente carbonizada. La tierra se sacude y se abren enormes grietas. El área ennegrecida es un círculo de miles de millas de diámetro, pero más allá el paisaje también está totalmente devastado. La superficie del continente se resquebraja en miles de grietas producidas por el calor tremendo de la erupción solar. Una marea de barro comienza a inundar la llanura vacía. Ahora lo único visible es la cúspide de la pirámide con el gran ojo. El agua comienza a filtrarse sobre el barro, primero formando charcos gigantes, y luego inundando todo hasta dejar afuera solamente la punta de la pirámide en medio de un lago formidable. Debajo del agua, dos enormes fisuras paralelas se abren a los costados del círculo carbonizado. La sección media del continente, incluyendo la pirámide, comienza a hundirse. La pirámide cae en los abismos del océano, rodeada por precipicios formados por las partes no sumergidas de Atlántida. Dichas partes permanecerían muchos miles de años más, y sería la Atlántida recordada en las leyendas. Pero la verdadera Atlántida - la Alta Atlántida - ha desaparecido.
Gruad observa la destrucción a través de una pantalla carmesí refulgente. El color de la luz cambia del rojo al gris, y el rostro de Gruad se torna gris también. Tiene un semblante horrible. Ha envejecido cientos de años en los últimos minutos. Gruad puede declarar que hizo lo correcto, pero en su interior sabe que lo que hizo no está nada bien. Aunque en lo más profundo de su corazón hay satisfacción, porque siempre había sentido una culpa sin fundamento, y ahora tiene algo por lo que sentir culpas fundadas. Como la tierra iba a sobrevivir al cataclismo (aunque no estaba muy seguro), propone al Círculo Intacto hacer planes para el futuro. Sin embargo, muchos de ellos todavía están estupefactos. Wo Topod, inconsolable, se apuñala a sí mismo hasta morir: es el primer registro de un miembro de la raza humana que se ha quitado la vida deliberadamente. Gruad pide a sus seguidores que destruyan todos los restos de la civilización atlante para construir una civilización perfecta donde no se recuerde a la Atlántida.
Las grandes bestias que habitaban Europa, Asia y América mueren como resultado de las mutaciones provocadas por la llamarada solar. Todas las reliquias de la cultura atlante son destruidas. Los antiguos paisanos de Gruad son asesinados u obligados a vagar por la tierra. Además de la colonia de los Himalayas, solamente hay otro remanente de la era Alta Atlante: la Pirámide del Ojo, cuya sustancia cerámica resistió la debacle solar, los terremotos, las olas gigantes y la inmersión en las profundidades del océano. Gruad explica que es correcto que el ojo sobreviva. Es el ojo de Dios, el Único, el ojo científico del conocimiento ordenado que mira al universo y percibe su razón de ser. Si un evento no es atestiguado, no sucede; por lo tanto, para que el universo exista, necesita un Testigo.
Una mutación parece haber cundido rápidamente entre los cazadores y recolectores primitivos. Comienzan a nacer sin pelaje, y con el mismo patrón capilar de Gruad. El Día del Ojo de Dios había causado mutaciones en todas las especies.
Desde los Himalayas, las naves rojas y blancas del Círculo Intacto despegan en escuadrones. Cruzando Europa llegan a las islas desoladas y los restos de lo que había sido la Atlántida. Rastrillan las ciudades buscando a los refugiados del desastre. Matan a los líderes y a los intelectuales y arrean al resto a bordo de las naves, para volar hasta América y depositarlos en una vasta planicie. Lejos, debajo de su ruta de vuelo, la Pirámide del Ojo yace en el fondo del Atlántico. La base y la división que la separaba de la parte superior están cubiertas de sedimentos. Así y todo, la estructura que se eleva sobre el barro es aún tres veces más grande que la Gran Pirámide de Egipto, edificio que sería construido veintisiete mil años después. Una sombra descomunal desciende sobre la pirámide. En la oscuridad del fondo del océano se adivinan unos tentáculos gigantescos, con ventosas del diámetro de la boca de un volcán, y un ojo grande como un sol que observa al ojo de la pirámide. Algo toca la construcción y ésta, a pesar de su tamaño, se mueve suavemente. Luego la presencia desaparece.
Sorprendentemente, la trampa pentagonal dentro de la cual los atlantes habían encerrado heroica y brillantemente al antiguo y aterrorizante Yog Sothoth, no había sufrido ningún daño durante la catástrofe. Al estar en las llanuras sureñas, relativamente deshabitadas, el Pentágono de Yog Sothoth se convierte en el centro de las migraciones de los sobrevivientes. Se construyen ciudades de emergencia, y se trata a los enfermos por la radiación. Una segunda Atlántida comienza a echar raíces. Entonces llegan las naves del Círculo Intacto desde los Himalayas para hacer una de sus redadas. Líneas de hombres y mujeres atlantes son formados contra las paredes del Pentágono para ser fusilados con fuego láser. Los hombres del Círculo, enmascarados e uniformados, colocan cargas explosivas entre la pilas de cadáveres y se repliegan. Hay una serie de explosiones; se elevan horribles volutas de humo amarillo. Las paredes de piedra negra se derrumban. Hay un momento de quietud, un equilibrio tenso. Entonces, la montaña de escombros de unos de los lados es desplazada abruptamente a un lado como por la mano de un gigante invisible. Alrededor de las ruinas del Pentágono aparecen las huellas de unas garras enormes. Los uniformados corren frenéticamente hacia sus naves y despegan. Las naves se alzan hacia el cielo pero se detienen de repente, oscilan, se desploman como piedras, y explotan contra el suelo. Los refugiados sobrevivientes gritan y entran en pánico. Como una guadaña en un trigal, la muerte siega a grandes zarpazos a las multitudes que huyen despavoridas. Caen con las bocas abiertas en un grito mudo. Solamente un puñado logra escapar. Una figura rojiza colosal, con forma y miembros indeterminados, se yergue triunfante sobre la escena.
En los Himalayas, Gruad observa junto al Círculo Intacto la destrucción del Pentágono y la masacre de los atlantes. Sus seguidores festejan, pero Gruad, extrañamente, llora. “¿Ustedes creen que odio los muros?” dice. “Amo los muros. Amo cualquier tipo de pared. Cualquier cosa que sirva para separar. Los muros protegen a la gente buena. Las paredes encierran al Mal. Siempre deberían existir, y en la destrucción del gran Pentágono que retenía a Yog Sothoth leo la destrucción de todo por lo que he luchado. Y me siento destrozado por la culpa”.
Al escuchar esto, la cara de EVOE, un joven sacerdote, enrojece y adopta un aspecto demoníaco. Tiene varios síntomas de posesión. “Es bueno escucharte decir eso” le dice a Gruad. “Ningún hombre intentó entablar amistad conmigo, a pesar de que varios han intentado utilizarme. Tengo preparado un lugar especial para tu alma, oh primer hombre del futuro”. Gruad intenta hablar con Yog Sothoth, pero aparentemente la posesión concluye. Los miembros del Círculo Intacto elogian un brebaje nuevo preparado por Evoe, hecho con el jugo fermentado de las uvas. Ese mismo día, durante la cena, Gruad prueba la bebida, la celebra, y dice “este jugo de uvas me relaja y no me provoca las visiones molestas que me daban la hierba que los atlantes solían fumar, tan desagradable para un hombre de conciencia”. Gruad acepta otro trago de un jarro nuevo que trae Evoe. Antes de beber dice “cualquier cultura que se desarrolle dentro de los próximos veinte mil años acarreará consigo la corrupción de Atlántida. Por lo tanto, decreto un período no cultural de ochocientas generaciones. Luego, permitiremos que el hombre siga libremente su propensión a construir civilizaciones. Pero la cultura que se desarrolle será guiada por nosotros, con nuestras ideas implícitas en todos sus aspectos, y controlando cada una de sus etapas. La nueva cultura humana será plantada dentro de ochocientas generaciones y seguirá la ley natural. Tendrán conocimiento del bien y del mal, la luz que proviene del sol, ese sol que los blasfemos declaran como una simple manzana. Les digo, no es una manzana, aunque es un fruto, como los frutos de los cuales Evoe extrajo este brebaje que voy a beber. De la uva vino esta bebida, y del sol proviene el conocimiento del bien y del mal, la separación de la luz y la oscuridad sobre toda la tierra ¡No es una manzana, si no el fruto del conocimiento!” Gruad bebe. Deja el jarro, se toma la garganta y tambalea hacia atrás. Su otra mano se posa sobre el corazón. Pierde el equilibrio y cae de espaldas, con los ojos mirando hacia arriba.
Naturalmente, todos acusan a Evoe por envenenar a Gruad. Pero Evoe responde con calma que fue Lilith Velkor quien lo hizo. Explica que había estado investigando la energía de los muertos, y había aprendido a incorporarlas en su interior. Pero a veces esas energías tomaban el control de su cuerpo, y se convertía solamente en un medio a través del cual actuaban. Llora y dice “cuando escriban esta tragedia en los archivos no digan que fue Evoe quien envenenó a Gruad, si no Evoe-Lilith, poseído por el espíritu malvado de una mujer. Fue la mujer quien me tentó ¡Lo juro! No pude evitarlo”. El Círculo Intacto es persuadido, y como Gruad había muerto por culpa de Lilith y de la diosa loca que adoraba, convienen que a partir de ese momento la mujer estaría subordinada al hombre para que dicha maldad no volviera a repetirse. Construyeron una tumba para Gruad donde inscribieron “El Primer Iluminado: Nunca Confiéis en la Mujer”. Como el lloigor estaba suelto deciden ofrecerle sacrificios, y las víctimas debían ser mujeres jóvenes que nunca hubieran tenido relaciones con hombres. Evoe parecía estar tomando el control del grupo y Gao Twone protesta. Para demostrar su dedicación al verdadero Bien, Evoe declara que se hizo amputar el pene como sacrificio al Ojo que Todo lo Ve. Se abre la túnica. Todos miran su entrepierna mutilada y sienten arcadas. Evoe continúa “es más, es decreto del Ojo y de la Ley Natural que todos los varones que quieran acercarse al Bien y a la Verdad deben imitar mi sacrificio, o al menos cortarse el prepucio lo suficiente como para sangrar”. En este punto entra Kajesi y planean un gran funeral, concordando en no quemar los restos de Gruad, costumbre atlante que significaba la muerte eterna, si no que preservarían su cuerpo, como símbolo de que él no estaba realmente muerto y que podría levantarse nuevamente.
Siguieron varios miles de años de guerra entre los sobrevivientes atlantes y los habitantes de Agharti, la fortaleza de los Científicos, quienes ahora se hacen llamar los Conocedores o los Iluminados. Son destruidos los últimos restos de la cultura atlante. Se construyen grandes ciudades que luego son destruidas por explosiones nucleares. Toda la población de Peos es asesinada en una noche por el devorador de almas. Partes del continente se desprenden y se hunden en el mar. Hay terremotos y tsunamis. Finalmente, de lo que había sido Atlántida solo quedan en la superficie algunas islas de forma cónica como Fernando Poo.
Aproximadamente hacia 13.000 A. C., una nueva cultura es sembrada en los valles cercanos al curso principal del Éufrates y comienza a expandirse. Una tribu de Cro-Magnon, gente magníficamente alta, fuerte y de cabeza grande, marcha a punta de arma desde las nieves de Europa hasta las tierras fértiles de Medio Oriente. Son llevados al sitio elegido para el primer asentamiento agricultor y se les enseña el arte del cultivo. Desarrollan esta actividad durante muchos años, vigilados por hombres del Círculo Intacto armados con lanzallamas. Las generaciones pasan rápidamente, y una vez que el nuevo estilo de vida se arraiga, los Iluminados retiran la vigilancia. La tribu se divide en reyes, sacerdotes, escribas, guerreros y agricultores. Una ciudad se levanta entre las granjas. El rey y los sacerdotes son blandos, débiles y gordos. Los campesinos son raquíticos y endebles por la malnutrición. Los guerreros son grandes y fuertes, pero brutales y sin inteligencia. Los escribas son inteligentes, pero delgados y cobardes. Ahora la cuidad guerrea contra las tribus bárbaras vecinas. Al estar bien organizados, y al ser tecnológicamente superiores, la gente de la ciudad vence. Esclavizan a los bárbaros y construyen otras ciudades en las cercanías. Entonces, una enorme tribu bárbara desciende desde el norte, conquista a los civilizados y quema las ciudades. Pero este no es el fin de la nueva civilización. Solamente se revitaliza. Prontamente, los conquistadores aprenden a representar los papeles de reyes, sacerdotes y guerreros, y se crea una especie de nación formada por varias ciudades, con un cuerpo armado que debe mantenerse ocupado. Marchando como robots en grandes formaciones rectangulares, buscan otras tribus para conquistar. El sol brilla sobre la civilización creada por los Illuminati. Y debajo del mar, el ojo en la pirámide observa fijamente hacia arriba.
FIN
Fuente: http://es.scribd.com/doc/84482184/Trilogia-Illuminatus-de-Robert-Anton-Wilson-y-Robert-Shea (hay varias versiones en Internet, busquen la que les parezca que mejor fuente o diseño tiene).