El ex novio de una de mis amigas lleva unos meses saliendo con una chica, desde pocos dias despues de su ruptura. Esto no tendría nada de particular si ella aun no sintiese nada por él y no ha perdido la esperanza de que retomen lo suyo, guardandole luto como si de su viuda se tratase. No se termina de hacer a la idea que él aparentemente ha rehecho su vida, pero él ex novio tambien es el perro del hortelano, ni come ni deja comer, pues lo mejor de todo es que, supongo que para demostrarle a mi amiga que estaría dispuesto a reintentarlo, cada vez que hablan aprovecha para quejarse de las múltiples razones por las que no acaba de encontrarse a gusto con la actual.
Mi amiga me dijo una vez, hablando de infidelidades, que ella podría soportar saber que su novio está enamorado de otra siempre que siguiera a su lado y no consumara la infidelidad: es decir, si su amor por la otra mujer fuera sólo platónico, aunque sólo fuera porque él no tuviera probabilidad alguna de tener algo con su objeto de deseo. En cambio, cortaría de inmediato con un tío si descubriera que se ha acostado o enrollado con otra, aunque fuera un rollo tonto de una noche de borrachera, un caso aislado. Es decir, que la situación arriba expuesta sería más deseable o llevadera, a su parecer, a que el muchacho antes citado estuviera volcado al cien por cien en su chica pero, en un momento de debilidad, tuviera un lío accidental y sin reincidencias con alguna chica que se hubiera acercado a ligar en cualquier bar.
Lo que me planteo la siguiente cuestión:
Yo se como afrontaría una infidelidad sexual, no perdonaría ni olvidaría pues me torturarían las imágenes mentales de mi chico follando salvajemente con otra, y sería incapaz de continuar como si nada. Pero tambien tengo claro que lo que no podría soportar es ser la novia suplente. Saber que soy el segundo plato, y que si algún día la primera opción cambiara de idea y dediciera que ahora sí quiere algo con mi novio, éste me dejaría inmediatamente.
Llegados a cierta edad, casi todos cargamos con cierto bagaje sentimental y sexual a nuestras espaldas. Y estas experiencias del pasado, probablemente, estarán presentes de una manera u otra en la relación: puede tratarse de la novia de toda la vida, a la que los padres conocían y querían tanto que todavía tienen la foto de la parejita en el mueble del salón; o del ex que le puso los cuernos, causante de que ahora tu novia se ponga frenética cada vez que mantienes una conversación de más de tres frases con cualquier mujer menor de 65 años. O incluso se puede tratar de ese amor platónico del instituto al que tu pareja nunca consiguió, y que por tanto continúa siendo en teoría perfecto e ideal, al no haberse producido un trato cercano y frecuente que tire al mito del pedestal. El caso es que, una vez se ha dejado atrás la adolescencia, es muy improbable dar con alguien que no tenga algún tipo de vivencia amorosa ajena a nosotros.
- La cuestión está en ¿dónde está el límite entre rehacer tu vida y poner un parche. En cuál es el peso que tienen esas vivencias pasadas en tu vida presente. La cuestión es si sólo cuentan los hechos materiales, o si es posible ser infiel a una pareja real con un recuerdo, con un fantasma?