Francisco Ayala, tras dimitir: "Me han despedido por mis modales de caballero"
TERESA GUERRERO Madrid EFE Los Ángeles 29 jun. 2018 21:32
Francisco Ayala, tras una entrevista en Madrid en 2015. / JOSÉ AYMÁ
- La Universidad de California Irvine considera veraces las denuncias presentadas por cuatro mujeres
- Ayala, obligado a dejar la Universidad de California por acoso sexual:
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2018/06/29/5b362db7468aebab548b45b0.html
Han pedido expresamente que se haga público su nombre. Kathleen Treseder, Jessica Pratt, Benedicte Shipley, y Michelle Herrera son las cuatro mujeres que han denunciado por acoso sexual al científico español Francisco J. Ayala, de 84 años.
Las cuatro trabajan, dan clases o estudian en la Universidad de California Irvine (UCI), en la que el biólogo evolutivo es toda una institución. En realidad, Ayala goza de un gran prestigio en todo EEUU, donde, además de recibir numerosos premios y ser un mecenas científico, fue asesor científico del presidente Bill Clinton y presidió la Asociación de EEUU para el Avance de la Ciencia, que edita Science, la biblia de las revistas científicas.
Pero tras llevar a cabo una investigación interna para constatar la veracidad de las denuncias de estas cuatro mujeres, la universidad californiana ha anunciado que Ayala abandonará todos los cargos que ocupa en esta institución y dejará de participar en futuras actividades universitarias. Su nombre será retirado de la Facultad de Ciencias Biológicas, que se denominaba así en su honor, y de la Biblioteca Central de Ciencias.
Investigación interna
El investigador y ex sacerdote dominicoha sido obligado a dimitir, una renuncia que se hará efectiva el 1 de julio, según ha detallado el centro en un comunicado.
La universidad ha precisado que durante la investigación, que se llevó a cabo entre noviembre de 2017 y el pasado mes de mayo, fueron entrevistados más de 60 testigos, además de las denunciantes, algunas de ellas en puestos de responsabilidad. Así, Benedicte Shipley es vicedecana; Kathleen Treseder es profesora y jefa del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva; Jessica Pratt es profesora asistente y Michelle Herrera es estudiante graduada.
"Agradezco y elogio a nuestras colegas por informar sobre esta mala conducta", ha manifestado el rector de la UCI, Howard Gillman, que ha destacado la valentía de estas cuatro mujeres y les ha pedido perdón «por haber sufrido un comportamiento inadecuado por parte de un miembro de nuestra facultad".
El científico cesado, según informa EFE, asegura que nunca fue su intención incomodar a sus compañeras: "Lamento profundamente que lo que siempre he creído como buenos modales de un caballero europeo -saludar a las compañeras mujeres de manera cálida, con un beso en ambas mejillas o hacerles cumplidos sobre su belleza- haya hecho (sentirse) incómodas a colegas que respeto".
En un comunicado, Ayala afirma que que no desea colocar a estas mujeres, a su propia familia y a la universidad en medio de un "largo proceso de investigación adicional, audiencias, apelaciones y demandas".
Ayala nació en Madrid y aunque en los años 70 consiguió la nacionalidad estadounidense, ha seguido conservando el pasaporte español. Pese a su avanzada edad, el investigador, autor de un millar de artículos y más de 40 libros, no pensaba en retirarse: "En EEUU no hay obligación de jubilarse", señalaba a este diario en 2015.
Estudió Filosofía, Teología y Física en la Universidad de Salamanca y en 1961 se marchó a EEUU, donde reside en la actualidad, para doctorarse en Columbia. Tras pasar por diversas universidades llegó a California Irvine. A lo largo de su carrera, ha investigado en numerosas áreas relacionadas con la genética o la transmisión de enfermedades como el mal de Chagas o la malaria.
Asimismo, ha teorizado sobre la relación entre ciencia y religión, siendo un firme defensor de que catolicismo y evolucionismo son compatibles: «Creer en Dios es un acto de fe que la ciencia no puede demostrar», sostenía.
Los vinos son otra de sus pasiones y en los últimos años ha destacado como viticultor, adquiriendo grandes extensiones de viñedos en California.
La versión del entorno de Ayala
Este diario intentó sin éxito contactar en la tarde del viernes con Francisco Ayala, que según explicó su asistente, estaba de viaje en República Checa. Sí quiso ofrecer su opinión el investigador Camilo José Cela Conde, estrecho colaborador de Ayala, con él que ha escrito conjuntamente cinco libros sobre evolución humana: «Es uno de los científicos más importantes que existen. También es una persona de 84 años, educada en un mundo en el que decirle a una mujer que es guapa y elegante es un cumplido, y besar en las mejillas es el saludo habitual. Por hacer eso y sólo eso, le expulsan de la universidad de California al considerarle acosador sexual», ha asegurado el profesor emérito de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) e investigador del departamento de Francisco Ayala en la UCI.
Asimismo, Cela Conde denuncia que "el comité que le ha condenado" no llamó a declarar a las personas a las que Ayala presentó como testigos. "Ojalá la Universidad de California hubiese aceptado el testimonio de mujeres como Elizabeth Loftus, especialista en lo que son esta clase de manipulaciones. El comité que ha condenado a Ayala se negó a oírla. Y con eso está ya dicho todo", argumenta. "Desde que es un chollo subirse al carro del Me Too, estaba cantado que más pronto que tarde habría de suceder algo así".
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Si se presenta a la eminencia científica de avanzada edad como si fuera un depravado, no se aceptan testigos en su defensa y sólo se basan en las declaraciones de quienes le acusan ¿cuál es el veredicto señorías?
Espero que esta mierda del "metoo" no se importe aquí en España porque solamente sirve para que algunas mujeres llamen la atención en redes sociales o trepen en sus carreras laborales a costa de atropellar la vida de hombres sin miramiento alguno.
Medio centenar de científicos defienden a Ayala y ven "exagerado" su despido
TERESA GUERRERO Madrid 5 jul. 2018 14:02
El biólogo Francisco J. Ayala, en 2016 / ALBERTO DI LOLLI
- "Me han despedido por mis modales de caballero"
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Medio centenar de investigadores -17 de ellos mujeres- han suscrito hasta ahora un comunicado en apoyo al biólogo Francisco J. Ayala, forzado a abandonar la Universidad de California Irvine el pasado 1 de julio tras ser denunciado por cuatro mujeres por acoso sexual.
Una vez concluyó la investigación interna, que se prolongó de noviembre de 2017 al pasado mes de mayo y en la que se entrevistó a 60 testigos, el centro estadounidense decidió la semana pasada apartar a Ayala, de 84 años. Una medida que los científicos que firman esta misiva -consideran "exagerada".
"Estamos profundamente preocupados por los recientes acontecimientos que rodean la dimisión del profesor Francisco J. Ayala", dicen los firmantes, algunos de los cuales han tratado al biólogo durante más de 20 años. Los científicos aseguran que durante sus interacciones con él lo único que han visto es que Ayala trataba a las mujeres "con respeto y cortesía".
"Teniendo en cuenta nuestra experiencia personal con Ayala y, dado que que todos los cargos contra él de los que hemos sido informados caen en una ambigua zona gris y están sujetos a una interpretación errónea, el tratamiento que la universidad le ha dado parece muy exagerado y no acorde con el mal proceder del que ha sido acusado", afirman los 55 firmantes, entre los que se encuentran profesores e investigadores de EEUU, España, México Italia, Brasil o República Checa, su biógrafa y dos periodistas. De los 51 investigadores que apoyan a Ayala, una quincena está o ha estado ligado a la Universidad de California Irvine (UCI).
"Las acusaciones de acoso sexual deberían ser tratadas seriamente y respetando los procedimientos para garantizar los derechos de las personas involucradas", concluye el texto enviado a los medios de comunicación.
Cuatro denuncias
Francisco J. Ayala es uno de los mayores expertos mundiales en evolución, fue asesor del presidente Bill Clinton y es autor de más de mil artículos científicos y 40 libros. A sus 84 años Ayala seguía en activo en la Universidad de California Irvine, de la que ha sido un gran mecenas y en la que la Facultad de Ciencias Biológicas y la Biblioteca Central de Ciencias llevaban su nombre hasta ahora.
Debido a las denuncias por acoso sexual presentadas por la vicedecana, la responsable de Ecología y Biología Evolutiva, una profesora asistente y una estudiante, el científico madrileño ha dejado de estar vinculado a la universidad californiana.
El rector de la UCI, Howard Gillman, pidió disculpas a las cuatro mujeres que han sufrido acoso y elogió su valentía a la hora de denunciar. Por su parte, Francisco J. Ayala, aseguró en otro comunicado que lamentaba profundamente que sus colegas se hubieran sentido incómodas por lo que siempre ha creído que eran "buenos modales de caballero -saludar a las compañeras mujeres de manera cálida, con un beso en ambas mejillas o hacerles cumplidos sobre su belleza".
Pese a negar las acusaciones, el científico señaló que no emprendería acciones legales contra la decisión de la universidad para evitar colocar a su familia y a las demandantes en un largo proceso judicial.
Cuatro mujeres eminentes defienden al científico Francisco Ayala: "Es una caza de brujas"
EMILIA LANDALUCE 10 jul. 2018 16:12
El científico español Francisco Ayala, junto a su mujer Hana Ayala, conservacionista de origen checo. A la derecha, en la parte superior aparecen Kristen Monroe (c) y Virginia Trimble (d). Abajo, Barbara Oakley (c) y Elizabeth Loftus (d).
- El biólogo Francisco Ayala, obligado a dejar la Universidad de California por acoso sexual
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Virginia Trimble, astrónoma especializada en la evolución de las estrellas y galaxias, aún no se ha recuperado del estupor que le produjo saber que la Universidad de California en Irvine (UCI) había forzado a Francisco Ayala (Madrid, 1934) a dimitir de su cátedra. «Me parece que es parte de toda esta histeria colectiva», dice refiriéndose a la oleada de denuncias que ha provocado el movimiento #MeToo, de la que no se libran ni los muertos. «Esta primavera muchas alumnas se quejaron de que se celebrara el centenario del Nobel de Física, Richard Feynman. Le conocí muy bien en el Instituto de Tecnología de California y no creo que tuviese un trato incorrecto con ninguna mujer».
Tras una «exhaustiva» investigación que ha durado seis meses, la UCI daba por buenas las denuncias de acoso sexual de cuatro mujeres -Michelle Herrera (estudiante de posgrado), Kathleen Treseder (directora del departamento de Biología), Jessica Pratt (profesora ayudante) y Benedicte Shipley (una asistente del decano)- y no sólo despojaba al prestigioso biólogo español de su puesto sino que además anunció que su nombre sería eliminado de la Escuela de Ciencias Biológicas y de la Biblioteca de Ciencias, así como de las becas de posgrado, los programas académicos y las cátedras de investidura. De nada le sirvieron a Ayala los 10 millones de dólares que había donado a la que siempre consideró su alma mater. La Universidad de las Islas Baleares no quiso ser menos y el mismo día que los medios publicaban la noticia, envió un comunicado para explicar que también le retiraría el doctorado honoris causa que le concedió en 2006. Casualmente, en ese centro es catedrático Camilo Cela Conde, coautor junto a Ayala de seis libros y su más firme defensor.
De momento, la prensa no ha tenido acceso al informe de las conclusiones de la investigación universitaria. El propio Ayala, ex sacerdote, resumía con sorprendente tranquilidad al periodista César Coca su contenido. «La acusación de Michelle Herrera fue desestimada enseguida. En cuanto a las tres profesoras, lo que dicen las conclusiones del expediente se resume en tres aspectos. Habla de contacto físico con Treseder, en dos ocasiones. La primera fue con ocasión de una fiesta en la Navidad de 2016. Dice el texto que la cogí del brazo para llevarla hacia un grupo en el que se hablaba de cosas que podían interesarle. Lo corregiré: ese día, a esa hora, yo daba una conferencia en San Diego, a 150 kilómetros. No entiendo cómo pueden situarme en esa fiesta». Respecto al segundo contacto físico, Ayala también se muestra tajante: «Más o menos por esa fecha, yo recomendé a la profesora Treseder a la Academia de Ciencias. Me pidieron que enviara información curricular sobre ella. Fui a su despacho a decírselo y, siempre según el expediente, puse mi mano sobre la suya mientras manejaba el ratón, para guiarla en la pantalla». El resto de las acusaciones siguen una línea similar. «[Según el informe] Le di a la misma profesora sendos besos en las mejillas al llegar a su casa a una cena, en presencia de su marido y mi esposa. Y la tercera es por haber dicho a varias colegas que estaban muy guapas y elegantes y que era un placer estar acompañado por mujeres tan atractivas. Por cierto, también digo a mis colegas varones que van muy elegantes y ninguno me ha denunciado».
La profesora Trimble utiliza un argumento similar para defender a Ayala. «He estado con él en cientos de actos. Y la verdad es que siempre me abrazaba. Pero de la misma forma que a muchas mujeres y, por qué no decirlo, a muchos hombres. Ayala es un buen tipo además de un héroe para la comunidad científica. Era de los pocos que viajaba a los estados conservadores para defender la importancia de que en los colegios públicos se enseñara Teoría de la Evolución. Las últimas fotos que he visto de él no le hacen justicia, pero a su edad sigue estando muy bien y Hana [su mujer desde 1984] es muy atractiva».
No es extraño que Ayala insista en que su esposa es precisamente la más indignada con las acusaciones. Desde el pasado viernes, cuando se filtró el comunicado de la UCI, se ha hecho cargo de su correo electrónico, en el que dice haber recibido numerosas muestras de apoyo. Gran parte provenían de mujeres; entre ellas, Kristen Monroe, Ana Barahona, Lucrecia Burges, Amparo Latorre... Todas, como Trimble, creen la explicación de Ayala: las denunciantes malinterpretaron «sus modales europeos».
"Siéntate en mi regazo"
Micha Star Liberty, la abogada de las cuatro mujeres, ha descrito en varios medios «los recurrentes acosos» del profesor de 84 años. «Una palmada en la espalda»; «besos en la mejilla, en cada saludo, en cada circunstancia, independientemente de la reacción del lenguaje corporal de las mujeres» y «otras acciones» que la letrada no ha querido especificar.
Respecto al proceso, explica una persona que conoce el centro educativo, la UCI ha aplicado el protocolo de actuación «que tiene establecido para proteger a las víctimas. No se sabe si la denuncia traspasará los muros de la universidad pero, por el momento, el comportamiento descrito en el informe no supone un delito para las leyes de California. Lo que se ha aplicado es una sanción laboral contra él por unos hechos, recogidos en unas normas internas [UCI prohíbe todo tipo de contacto físico], pero que pueden tener diversas interpretaciones». La universidad, dice una de las colaboradoras de Ayala en el Departamento de Biología, habría llevado las cosas al límite: «Habría bastado con decirle que no las volviera a saludar a la europea y punto».
Elizabeth Loftus, matemática y psicóloga, también fue una de las profesoras dispuestas a testificar en favor de Ayala. Loftus, una eminencia en el campo de la psicología cognitiva y autora de un libro de referencia sobre cómo la memoria crea recuerdos falsos, sólo puede relatar un único incidente. Aunque le resta importancia. «Fue en una conferencia en 2015. Otra profesora llegaba tarde y se quejó de que no encontraba sitio. Ayala le dijo en broma que por qué no se sentaba en su regazo. Ella le dijo que le había molestado el comentario y él se disculpó enseguida. Todo esto me parece injusto. Es una auténtica caza de brujas fruto de la histeria. El péndulo está ahora en el feminismo radical pero advierto que volverá con fuerza al otro lado. Hay miles de chicos que después de haber sido expulsados por cuestiones de consentimiento sexual están denunciando a las universidades. Todo esto acabará perjudicando a las mujeres».
Loftus explica que la investigación comenzó a finales de noviembre de 2017. A partir de entonces, impidieron a Ayala el acceso a su despacho. La universidad interrogó a 60 personas. «Estuvieron buscando a alguna chica que dijera que la había acosado y no encontraron nada. Conmigo hablaron dos veces. Y no quisieron interrogar a testigos que yo propuse», explica el propio biólogo. El rector ni siquiera se atrevió a comunicarle en persona las conclusiones. «Me envió un correo electrónico».
Ayala nada pudo aducir pese a que en la universidad se le consideraba como una estrella del rock. Desde aquel día, nadie parece acordarse de que es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU ni de que ha recibido la Medalla Nacional de Ciencia estadounidense y el Premio Templeton (un millón de euros de dotación). Tampoco de que es el autor de una veintena de libros y cientos de artículos en los que trataba de resolver el viejo conflicto entre religión y ciencia. O de sus investigaciones sobre el chagas, la malaria...
Kristen Monroe es politóloga especializada en psicología política y ética. Trabajó con Ayala durante 20 años en el Departamento del Estudios Científicos sobre Ética y Moralidad. «Me parece que las mujeres jóvenes no saben interpretar la vieja caballerosidad. No creo que se trate de un choque cultural sino más bien de algo generacional. Enseño también en Harvard y allí tuve una estudiante que se quedaba sin entrar en clase porque le molestaba que un profesor mayor le aguantara la puerta para cederle el paso. Le tuve que decir que creciera, que al profesor le habían educado en un tiempo en el que este tipo de cortesías era lo habitual». La politóloga se muestra preocupada. «Me parece que los activistas del #MeToo deben reflexionar o convertirán el movimiento en algo político. Soy feminista y me preocupa la igualdad de géneros y erradicar el acoso sexual, pero el trato que se le ha dado a Ayala me plantea dudas sobre si la universidad ha actuado con justicia. Comprendo que es muy difícil denunciar y abogo por que se cree un clima que proteja a las potenciales víctimas. Reconozco que hay sutilezas que pueden molestar a este clima pero también defiendo que se siga un procedimiento con garantías. Es fundamental que la universidad explique la metodología de su investigación y detalle los cargos contra Ayala. Por lo que he podido saber de momento, no dejan de ser ambigüedades. Nadie ha podido ver la pistola humeante y por eso hay tantísima indignación entre el profesorado. Además, la actuación apresurada de la universidad tiene unas consecuencias letales para las mujeres. Los profesores ya no querrán supervisar a las alumnas. [Y mucho menos convertirse en sus mentores]. Se romperá la tradicional armonía entre el profesorado y los estudiantes de posgrado».
Pero no sólo estas profesoras, abejas reinas (privilegiadas en un mundo de hombres en terminología feminista), tienen buenas palabras para Ayala; también las alumnas le defienden. «Estuve alrededor de seis meses como investigadora doctoral invitada en su departamento. Hablamos bastante sobre ciencia, pero también sobre arte, literatura. Incluso nos contamos anécdotas familiares y cosas así». La invitó a un congreso de San Diego. «Es verdad que le gustaba rodearse de gente joven pero jamás le vi comportarse ni conmigo ni con nadie como otra cosa que un perfecto caballero». Otras alumnas secundan estas afirmaciones. «Ni siquiera hacía chistes sexistas ni nada por el estilo».
Rey destronado
En la Red hay cientos de artículos sobre Barbara Oakley, profesora de Ingeniería en la Universidad de Oackland. No sólo sobre sus investigaciones sino también por los dos millones de personas que siguen sus clases a través Coursera, una plataforma educativa. Oakley tuvo una relación excelente con Ayala durante más de una década. De hecho, el biólogo le prologó su Pathological Altruism, en el que explica cómo las buenas intenciones a veces suelen traducirse en movimientos muy peligrosos. «Dada la situación, parece una ironía. En Estados Unidos está creciendo la desafección a las autoridades académicas porque se están inclinando hacia lo gregario, hacia la masa». ¿Es lo que ha pasado con Ayala? «Es difícil de decir, pero por lo que he leído no hay ninguna prueba concluyente contra él, lo que hace pensar que no existen. Sí, es verdad que están los 60 testigos, pero tanto mis colegas como yo hemos tenido que firmar cosas con las que no estábamos de acuerdo por presiones. La universidad es un mundo igual de mezquino que el resto. Y quitar un rey [como Ayala] deja un importante vacío de poder que alguien querrá ocupar».
Francisco Ayala se defiende: "Han convertido mi amabilidad en acusaciones de acoso sexual"
MAR DE MIGUEL Madrid 13 jul. 2018 01:47
/ JOSÉ AYMÁ
- El profesor rompe su silencio en una entrevista exclusiva tras haber sido apartado de su puesto
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2018/06/29/5b362db7468aebab548b45b0.html - Denuncia que no puede defenderse por el carácter secreto del informe
- Medio centenar de científicos defienden a Ayala y ven "exagerado" su despido
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Pocas personas quedan ya en este mundo que escriban sus trabajos a lápiz. Pocos alumnos de doctorado se han visto en la situación de esparcir las cenizas de su director de tesis en una montaña. La de Francisco Ayala (Madrid, 1934) es la historia de una vida poco convencional. Es una de las máximas figuras mundiales en Genética y Evolución. Hasta hace unos días ostentaba el título exclusivo y único de University Professor, el más elevado de la Universidad de California, Irvine (EEUU), a pesar de que tres de sus colegas son Premio Nobel.
Se ha dedicado por entero a la Ciencia y se enfrenta ahora al reto de defenderse de tres acusaciones de acoso sexual. Nadie las ha podido verificar. La Universidad de California, Irvine mantiene en secreto un informe laboral -en el marco del Título IX de universidades sobre abuso sexual-, sin validez penal y al amparo de una ley del Estado de California que prohíbe su difusión. Afectado y dolido por unas acusaciones que considera infundadas y por una reacción de la universidad que considera desproporcionada, Ayala nos habla por teléfono desde su casa en el campus universitario de Irvine.
¿Cómo se encuentra?
Bien, relativamente hablando en el contexto de estas acusaciones tan poco justificadas por razones que no implican, en mi modo de ver, ningún acoso sexual.
¿De qué le acusan?
De cumplidos que yo tenía la costumbre de dar o de haber besado en la mejilla, como se saluda en muchas partes de Europa y aquí también. Aunque ahora estoy mejorando y ya no uso esos términos con personas que no tengo familiaridad íntima, para que no me vuelva a pasar lo que ha ocurrido con las tres mujeres que me han acusado.
¿No son cuatro las denunciantes?
En el comunicado de la Universidad se habla también de una estudiante. Me acusó de haber estado en un sitio cerca de ella y de que la había tocado por detrás. La universidad desechó inmediatamente esa acusación. Así que sólo queda la acusación de las otras tres mujeres.
La universidad habla de un acoso reiterado. ¿Qué ocurrió exactamente?
Me llegó una acusación de estas mujeres a las que yo simplemente expresaba cumplidos. Son mujeres a quienes yo conocía y a las que, cuando estaban juntas, saludaba con expresiones como «qué placer estar junto a unas mujeres tan guapas». Ni siquiera quiere decir que uno piense que lo son, es una simple cordialidad. Estos saludos los hacía muy raramente, aunque la universidad los menciona como si fueran muy frecuentes.
¿Han exagerado su comportamiento?
Mis cumplidos no eran íntimos. La intención de ser amable y cordial, lo han convertido en acusaciones de acoso sexual. Estas tres mujeres lo han interpretado de una forma diferente y la universidad les ha apoyado y lo ha llevado a un extremo extraordinario: quitarme de la universidad y mi nombre asociado a la Facultad de Ciencias Biológicas y a la Biblioteca de Ciencias. Estoy tremendamente afectado por la mala interpretación de estas acciones que no son más que cortesías.
"LA UNIVERSIDAD NO QUIERE DIVULGAR LAS ACUSACIONES PORQUE SON TRIVIALES"
La investigación se recoge en un informe laboral interno de la universidad. Los periodistas no tenemos acceso y no podemos contrastar la información que le acusa. Esto también complica su defensa. ¿Puede usted solicitar que se publique el contenido del informe?
Ni yo, ni mi esposa, podemos hacer público el informe porque la universidad lo prohíbe. Hacerlo nos llevaría a un pleito, a entrar en cuestiones de litigación. El problema es que no puedo defenderme de manera pública y oficial porque no se han hecho públicas las acusaciones. Como se trata de unos cumplidos, la universidad no quiere divulgar la naturaleza de las acusaciones porque son triviales.
Si son falsas, ¿por qué le han hecho esto?
Hay muchas explicaciones a las que no quiero entrar porque implican evaluaciones negativas del rector y de otras personas. En todo caso, son sólo suposiciones y sus motivos ulteriores los desconozco. Hay varias personas que me han confiado su opinión, pero yo no tengo evidencia alguna de lo que me han dicho.
También ha recibido el apoyo de científicos relevantes que han trabajado con usted.
Mi comportamiento con las tres mujeres era cortés, con palabras amables, como atestiguan todas las mujeres y hombres que se han quejado a la universidad de su reacción contra mí. Son un grupo distinguido de 50 personas internacionales y otro grupo, de 18 mujeres, también profesionales de la universidad. Se quejan de cómo se me ha tratado en este caso. Pero el que está más sorprendido de ésto soy yo. John Avise, que es miembro de la Academia de Ciencias, como yo, está muy preocupado por todo esto y muy triste de que la universidad haya actuado como lo ha hecho
¿Cree que existe una incongruencia entre las acusaciones y su trayectoria profesional?
En mi vocación a la Religión y luego a la Ciencia he tratado de hacer el bien y que mis buenas acciones tuvieran el mayor impacto. Eso fue lo que me llevó a ser dominico. Más adelante pensé que era mejor que dedicara mi carrera a la Ciencia. Esto es lo que he asumido desde el año 1961, cuando dejé de ser dominico. Uno de mis mayores esfuerzos intelectuales es mostrar que la Religión y la Ciencia son compatibles.
Usted fue reconocido con un importante y cuantioso galardón, el premio Templeton, y lo donó a la universidad que le acusa.
El premio Templeton se concede una vez al año a una única persona. No se da, como los premios Nobel, a distintos campos de la Ciencia, por lo que la cuantía es aún mayor. Pedí que el millón de libras esterlinas del premio lo mandaran directamente a la universidad. Esto sorprendió a los administradores del premio Templeton. Es frecuente que los premiados donen una parte, pero no todo, como fue mi caso.
Después de lo que ha ocurrido ¿Se arrepiente de haber donado ese dinero?
No sólo les di el premio Templeton, sino 10 millones de dólares a través de varios años. Dimos todos nuestros ahorros, hasta el último penique. No me arrepiento de haberlo donado porque creo que fue bueno para ayudar a estudiantes y a profesores. Lo que es sorprendente es que rechazan los honores que asignaron a mi donación, pero no me devuelven el dinero. Esto es una inconsistencia.
¿Esta situación ha interrumpido algún trabajo o investigación que estuviera en curso?
Sí. El hecho de no llevar este caso a los tribunales es porque me absorbería completamente. El litigio llevaría varios años, con muchas complicaciones y quiero seguir con mi trabajo. En estos momentos trabajo en dos libros, y en dos artículos científicos. Uno de ellos se publicará muy pronto en las Actas de la Academia Americana de Ciencias (la revista PNAS). También he tenido que cancelar mi colaboración con dos investigadores que pensaban venir a verme y quedarse varios meses trabajando aquí conmigo, porque ya no tengo vinculación oficial con la universidad.
¿Cómo va a poder seguir con su trabajo?
Ahora estoy en un proceso de transición. No tengo acceso a la universidad y mi ordenador está todavía allí. Espero que nos dejen sacarlo pronto. Vamos a transformar la casita que tengo de invitados en mi oficina y Denise Chilcote, que lleva trabajando conmigo más de 30 años en UCI, va a venir a trabajar allí. Seguirá transcribiendo mis textos de la versión a lápiz.
Algunas personas creen que en su comportamiento puede haber un choque cultural, otras dicen que hay un anacronismo. ¿Dice usted que todo su trabajo lo escribe a lápiz?
Sí. Mi manera de escribir mis artículos y mis libros es poco común porque lo escribo todo a lápiz. Denise Chilcote transcribe mi trabajo al ordenador. La ventaja de escribir como yo lo hago es que lo que escribo a mano ya es prácticamente la versión final, raramente edito mis manuscritos o la versión impresa. Los autores frecuentemente escriben y reescriben. Yo escribo una vez y después de haber pensado las cosas con cuidado.
Esos manuscritos tienen un valor. ¿Qué va a hacer con ellos?
La Sociedad Filosófica Estadounidense, fundada por Benjamin Franklin, es posiblemente la organización más distinguida en Estados Unidos, aún más que la Academia de Ciencias. Sus oficinas están en Filadelfia, en los edificios donde se declaró la independencia de Estados Unidos. Allí guardan archivos en salas de temperatura controlada. La colección incluye manuscritos de autores importantes en evolución y genética. Hace muchos años me pidieron mis propios archivos. Acepté mandarlos cuando me jubilara. Ahora, con mi reciente jubilación, les he informado que ya no estoy dispuesto a mandárselos.
La vida no convencional de Francisco Ayala le hizo vivir hace más de cuatro décadas una relación muy especial con una de las figuras clave del estudio moderno de la Evolución, Theodosius Dobzhansky.
La relación que tuvo con Theodosius Dobzhansky, su director de tesis, no es como la que se daría hoy entre un profesor y un alumno. ¿Cómo fue?
Con Dobzhansky, fundador de la teoría moderna de la evolución, llegué a establecer una relación personal muy importante, como la de un padre o un hermano mayor, hasta tal punto, que cuando me mudé de la Universidad de Columbia a la Universidad de California Davis, me pidió que le llevara conmigo como profesor asociado. Fue el padrino de mi boda, jugó con mis hijos de pequeños y nos vimos a diario hasta que murió de un ataque al corazón en 1975.
Dicen que cuando murió, usted estaba con él.
Murió en mi coche. Dobzhansky padecía de leucemia, una leucemia suave que no le impedía trabajar todos los días. Un día faltó a su laboratorio y me alarmé. Pedí a un vecino que se acercara a su casa. Estaba sufriendo un ataque al corazón. Llamé a su médico, quien me dijo que lo llevara de inmediato al servicio a urgencias. Pero murió en el trayecto. Esparcí sus cenizas, como había pedido, en las montañas de Sierra Nevada (California) donde había hecho su investigación.
http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/07/13/5b4771a5e2704ed8b18b4585.html
La Universidad de California pidió a Ayala en 2015 sin éxito que abandonara su comportamiento machista
MIGUEL G. CORRAL 21 jul. 2018 20:21
La Universidad de California en Irvine (EEUU) ha hecho público finalmente el informe sobre la investigación por acoso sexual y discriminación que propició la expulsión del prestigioso biólogo evolutivo español Francisco Ayala. El documento, hecho público por la revista Science, recoge las conclusiones obtenidas por la Oficina de Igualdad de Oportunidades y Diversidad del campus tras un trabajo de comprobación y entrevistas con 65 testigos de más de seis meses.
Las denunciantes, que quisieron que se hiciesen públicos sus nombres, fueron Kathleen Treseder, profesora y jefa del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva; Jessica Pratt, profesora ayudante; Benedicte Shipley, vicedecana, y Michelle Herrera, estudiante graduada, aunque el informe revela que los hechos denunciados por ésta última no constituyen una violación de las normas del campus. Un código de conducta que prohibe el contacto físico y todo tipo de comentarios sexuales o sobre la apariencia física de alguien y las preguntas sobre la vida privada.
El informe de 97 páginas aporta todo tipo de detalles y fechas tanto de los hechos denunciados como de las alegaciones de Ayala y su abogado y de las entrevistas con los testigos. Las denuncias que se remontan hasta el año 2003 en el caso de la profesora Kathleen Treseder recogen hechos como que besaba en la mejilla y abrazaba a sus compañeras y comentarios como que no podía culpar a un hombre que la agarró el culo mientras pasaba con su bicicleta, porque a él también le "gustaría agarrarle el culo". En otros decía de una de las denunciantes que "parecía que iba a tener un orgasmo" delante de todo el mundo en un congreso por lo entusiasmada que hablaba de su trabajo o comentaba lo agradable que era "estar sentado entre dos mujeres tan guapas", según el informe.
El propio Ayala se justificaba en una entrevista con este diario: "Son mujeres a quienes yo conocía y saludaba con expresiones como 'qué placer estar junto a unas mujeres tan guapas'. Ni siquiera quiere decir que uno piense que lo son, es una simple cordialidad". La universidad ya alertó a Ayala tras una denuncia previa de una de las denunciantes en 2015 y poco o nada cambió su actitud y su abuso de poder hacia las mujeres después de este aviso, según el informe.
Sin embargo, el caso ha movilizado a una parte del propio campus y de colegas que han trabajado con el propio Ayala que han salido en defensa de su comportamiento con las mujeres.
Como señala en la revistaScience la experta en acoso sexual del bufete de abogados de Nueva York McAllister Olivarius, el documento deja claro que, "al contrario que muchos acosadores que llegan a tener sexo con sus estudiantes o las presionan directamente para que tengan sexo con ellos, Ayala no cruzó esa frontera". Sin embargo, la propia experta añade que él provocó que "muchas mujeres se sintieran degradadas... las autoridades de la universidad intentaron que parase esta actitud, pero él continuó".
De hecho, una de las denunciantes relata en el informe elaborado por la universidad cómo Ayala ejerció un claro abuso de poder con ella. En una ocasión, en 2016, Ayala se reunió con Kathleen Treseder para hablar de su decisión de nominarla para la Academia Nacional de Ciencias. En esa conversación, Ayala desplazó su cuerpo para estar más cerca de su colega mientras hablaban de su nominación y puso su mano sobre la de ella mientras movía el ratón del ordenador. Además, según la denuncia, Ayala le informó de que durante la reunión anual de la Academia, "un miembro puede sacar a un candidato de la selección y que, cuando eso pasa, el nominado raramente sale elegido". El informe destaca que esto hizo sentir "incómoda y particularmente impactada" porque esto apostillaba el poder que Ayala tenía sobre su carrera como científica.
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