Creo que #114 lo ha dejado bastante claro. Las teorías de David Carrier (universidad de Utah) apuntan a que nos convertimos en fondistas con capacidad de cazar por agotamiento, así se explica nuestra fisonomía adaptada a correr (no andar) largas distancias: forma del pie, estabilización de la cabeza, control respiración, refrigeración por sudoración, glúteos, etc).
El que quiera saber más que busque las investigaciones de este señor, a mi no me va nada personal en ello ni voy a dedicar tiempo a ello. Si no queréis creeros que el hombre cazaba por agotamiento hasta perfeccionar el arco y la lanza es asunto vuestro, yo sólo os pongo una teoría publicada en revistas científicas y como tal tiene investigadores a favor y en contra.
Que por cierto, este señor no podía demostrar empíricamente la caza por agotamiento para dar solidez a su teoría, publicó sus investigaciones en la revista Nature esperando que un antropólogo pudiera echarle una mano, y la recibió... de un matemático sudafricano, Louis Liebenberg.
Este señor se interesó por una tribu sudafricana para estudiar cómo funciona la mente durante el rastreo de una presa: hipótesis de donde habrá ido, identificación de huellas, etc.
Louis relató cómo a cuarenta grados los cazadores hicieron correr por dos horas un kudú (no gacela, feliz Sombrita?) hasta matarlo del calor. El propio investigador casi muere en la cacería de no ser por la ayuda de los nativos y lo publicó en su libro The art of tracking: the origin of science.
Ahora que cada uno crea lo que quiera o le convenga, pero:
- el hombre cazó (y caza) por agotamiento
- tenemos fisonomía adaptada a correr (no caminar) largas distancias
- de aquí se infiere que el hombre pudo dejar de ser un primate cuando comenzó a caminar (australopithecus, todavía mono pero primero en erguirse) para luego adaptarse a correr largas distancias para cazar animales por agotamiento, mucho antes de crear armas arrojadizas.
Las dos primeras (las premisas) son hechos constatados. La tercera en lo que concluye y como tal, debatible.