Llevo un tiempo dándole vueltas a una actitud y forma de pensar que cada vez veo más repetida en la gente, aunque con más frecuencia en personas jóvenes. Es una actitud fingida, adoptada únicamente para subirse la autoestima y, lo verdaderamente grave, que provoca autoengaño y confusión en infinidad de aspectos a la hora de enfrentarse a la vida por propias contradicciones.
Creo que se ha pasado de un extremo al otro, ambos perjudiciales para sí mismo. Hace tiempo, en la época de nuestros padres o abuelos, se llevaba mucho el “qué dirán”. Cohibirse uno mismo y no hacer cosas que de verdad querías hacer simplemente por la imagen que pudieras dar. Seguramente por la gran influencia que tenía la religión en aquellas décadas, pero eso ya es otro tema. Horrible, hoy ya todos lo sabemos... pero la cuestión de la que quiero hablar es de lo que ahora pasa. Se ha pasado al otro extremo, de forma irracional y poco a poco asumida por todos por imitación al resto.
Ahora no importa la opinión de los demás, es completamente indiferente, ¿tú piensas eso? Me da igual, yo pienso lo otro. Me da igual lo que digas, no voy a cambiar de opinión. Yo tengo mi forma de pensar y tú tienes la tuya. Bueno, eso será tu opinión...
Me gustó mucho la manera que tuvo de llamar a este fenómeno una persona del foro, no recuerdo su nick pero si lee esto él sabrá a quién me refiero. Lo llamó efecto rebote. Tal cual lo dijo me vinieron a la cabeza muchos otros casos donde ha pasado exactamente lo mismo. Por ejemplo, por citar algo latente y que es un debate que siempre está en boca de todos: el machismo. Todos sabemos de la gran superioridad del hombre ante la mujer que se asumía hace no tanto tiempo. La gente quedó tan quemada de aquello que ahora en demasiados casos, tanto sociales como en la propia legislación, existe una discriminación positiva hacia la mujer y se ha llegado a alterar de forma grave el concepto de igualdad. Cómo decía mi abuela, “ni tanto, ni tan calvo”.
Todo se está malinterpretando. Llegó la democracia y la preciosa libertad, y “no me importa la opinión de los demás” es algo tan poderoso que a la gente le iluminó los ojos sin tan siquiera pararse a analizarlo. Que las críticas de los demás no te hundan, sino que te hagan reflexionar. Que la aprobación de los demás no sea una necesidad para que sigas tu camino. Que el éxito está en uno mismo, independientemente del reconocimiento.
Eso señores, eso significa la maldita frase.
“Esa es tu opinión, y la mía es otra” no es un argumento comodín. Miles de años de filosofía tirados a la basura cuando acudes constantemente a ello. Te alagan y no das las gracias, sonríes tomando una actitud de “jeje, ya lo sabía”. Si te apetece alagar a alguien y crees que se lo merece, hazlo, no te hará inferior el hacerlo. Iniciar tú la conversación por el Tuenti o por el WhatsApp no te hace quedar peor parado, te apetece hablar con esa persona, ¿qué hay de malo en ello? ¡No sería propio de una persona segura de sí misma e independiente de los demás!”, ¿verdad? ¿Créeis que esto no existe? ¿Cuántos de vosotros habéis entrado a perfiles de mediavideras en modo incógnito para que no sepan que lo habéis hecho? ¡Qué curisoso, actuando así estáis volviendo al primer extremo!
Todo el mundo ahora quiere dar la sensación de ser seguro de sí mismo, de no depender de los demás cuando, irónicamente, quien es seguro de sí mismo se despreocupa de la imagen que pueda dar. No se dan cuenta de que la persona segura de sí misma entra el perfil de quien le apetece, halaga a quien cree que se lo merece y lo mejor de todo, se siente feliz por haber provocado una sonrisa a esa persona.
Aquellos que os sintáis identificados, cambiad. Viviréis más relajados sin pensar en cómo parecer seguros de vosotros mismos, tendréis más libertad para hacer lo que os apetezca, seréis mejores personas y lo mejor y más irónico de todo: acabaréis siendo de verdad, personas seguras de vosotros mismos. De la forma real y sana.