El desempleo —11,6% de la población activa— afecta al conjunto del Estado, pero, lejos de ser un problema homogéneo que castiga por igual a todas las regiones o, al menos, de una forma aproximada, las distancias tienden a ensancharse. O lo que es lo mismo, con la misma legislación laboral, el País Vasco, la comunidad con menos desempleo (un 7,13%), se aleja de Andalucía (18,05%), la región con más paro. La diferencia es nada menos que de casi 11 puntos porcentuales.
De manera intuitiva, se puede llegar a la conclusión de que a más paro, mayor movilidad geográfica (desplazamiento entre provincias o comunidades para encontrar un empleo), pero no es así. Los trabajadores de las regiones con menos paro son, precisamente, los que más cambian de residencia. Y, sobre todo, los inmigrantes, lo que hay que vincular necesariamente a que su arraigo es menor. En concreto, más del 32% de los contratos laborales que han supuesto desplazamiento entre provincias y más del 37% entre comunidades han estado protagonizados por trabajadores extranjeros, muy por encima de su peso en el mercado laboral.
La literatura económica ha acreditado que con mercados de trabajo completamente eficientes para casar oferta y demanda y sin costes de transacción alguno, las tasas de paro entre regiones o provincias deben tender en el medio plazo a ser iguales entre sí. Es decir, los excesos de oferta se compensan con la emigración procedente de las zonas con mayor tasa de paro.
Los datos sobre España no dicen precisamente eso. La tasa de movilidad laboral continúa siendo baja respecto de otros países europeos, y lo que no es menos singular, afecta sobre todo a los inmigrantes y los trabajadores más cualificados, entre quienes el desempleo es menor. En concreto, los datos más recientes del SEPE, referidos al año 2021, muestran que el perfil de la movilidad geográfica por volumen de contratos se caracteriza por la mayor presencia de hombres con edades entre 25 y 45 años. Entre ellos, más de una tercera parte son extranjeros (el triple que su peso en el mercado de trabajo), mientras que dos tercios no han superado el nivel formativo de educación secundaria.
Ahora bien, si en lugar del volumen de desplazamientos se considera la tasa de movilidad, tanto interautonómica como interprovincial, la más elevada se registra entre los grupos profesionales de mayor cualificación.
Estos datos los complementa la Estadística de movilidad laboral y geográfica que realiza anualmente el INE, y que muestra que apenas el 4% de los parados ha cambiado de municipio de residencia hace menos de un año, y la mayoría de ellos lo hace dentro de la misma provincia. O lo que es lo mismo, únicamente 127.300 de los 3.174.700 que se encontraban en paro en el primer trimestre de 2022 han cambiado de municipio de residencia en el último año para encontrar un empleo.
Si por si esto fuera poco, el 28,9% de los parados no ha tenido ningún cambio de municipio de residencia desde su nacimiento. Los datos son significativos, porque España ha sido tradicionalmente el país con mayor desempleo de la Unión Europea, con una tasa media de aproximadamente el 17% a lo largo de las últimas tres décadas, algo que, en teoría, debería incentivar los cambios de residencia en busca de un empleo.
No sucede eso. Lo singular es que ni siquiera en las regiones con tasas de paro sustancialmente más elevadas existe una movilidad laboral apreciable, pese a que, además, donde el paro es menor (Madrid, País Vasco o Cataluña) los salarios son más elevados. Según Estadística, las comunidades con menor movilidad geográfica, medida en términos del mayor porcentaje de desempleados residentes en cada una de ellas que no han cambiado de municipio de residencia durante al menos los últimos cinco años, son Extremadura (91,8%), Andalucía (86%) y La Rioja (81,9%).
Es decir, las dos regiones con más desempleo en España —Andalucía y Extremadura— son donde existe menor movilidad geográfica. El hecho de que en tercera posición esté La Rioja obedece más a su situación geográfica (limita con cuatro CCAA) que a un problema de desempleo. Por el contrario, las regiones en las que los parados tienen mayor movilidad son Baleares, Madrid y Canarias, en los dos primeros casos con una tasa de desempleo inferior a la media nacional.