Al hablar de una reforma educativa hay que pensar sobre todo en el medio-largo plazo. Naturalmente que se pueden incorporar cambios cuyo efecto puede verse de manera casi inmediata, pero no se puede esperar hacer una modificación drástica de un sistema y esperar ver resultados en un año.
Los principales beneficiarios son las dos próximas generaciones, con la vista puesta en un punto a 20 o 30 años en el futuro. Como ocurrió en Finlandia.
En cualquier caso, jamás tendremos un sistema educativo óptimo si no se acuerda de manera global entre todos o la inmensa mayoría de los partidos.