Algunos confunden la velocidad con el tocino. Está claro que hay problemas derivados de la democracia, faltaría más. Todos sabemos que la democracia tiene fallas porque no es un sistema perfecto. Pero sí es el mejor de los que hay. Y, mejor que el de Franco, por supuesto.
Todos sabemos que la Justicia, la inmigración, la representación política, los problemas regionales son retos que tenemos que saber llevar. El problema de estos retos es la cantidad de voceros y extremistas que se aprovechan del miedo, del desconocimiento y de las falsas ideas que ciertas personas vierten a la opinión pública.
El mejor ejemplo lo hemos tenido en Francia: ante el reto de la inmigración, Le Pen había subido electoralmente como la espuma. Los políticos franceses no daban crédito a lo que ocurría: ellos, los dirigentes, los que estaban por encima del pueblo llano no podían manejar lo que estaba ocurriendo, un hombre lleno de prejuicios y de ideas rocambolescas le disputaba a Chirac la presidencia de Francia superando a la izquierda. Hasta que llegó Sarkozy. Él supo ver el problema: los franceses no tenían claro qué cojones estaba pasando con la inmigración; los franceses no tenían respuesta a un reto tan importante como el de la inmigración. Y cierto fascista se había dado cuenta: vió el caldo de cultivo ideal para explotar su discurso extremista, alimentado por el miedo y el desconcierto de los franceses que veían que sus gobernantes vivían en el país de Nunca Jamás.
Sarkozy y Royal, la derecha y la izquierda francesa se puso manos a la obra: la marsellesa sonaba, se prometía hacer de la inmigración el caballo de batalla para que todo saliese bien para todos (franceses y franceses) y la tricolor ondeaba más alto que nunca. El mensaje estaba claro: el ejercicio de la autoridad y el respeto por la legalidad vigente es totalmente compatible con la democracia, con la libertad. En una situación diametralmente opuesta, Le Pen era desterrado al pozo del olvido, al averno de los resultados electorales. La democracia había ganado.
Cruzamos los Pirineos y nos damos cuenta de que nosotros, los ciudadanos españoles tenemos también muchos retos y problemas. Problemas derivados de nuestro estatus democrático, derivados de la libertad. La libertad no puede entenderse sin responsabilidad civil de que cada sujeto y sus acciones son el resultado y a la vez el gérmen de la libertad de otros sujetos.
Los ciudadanos de España, hayan nacido en Pisuerga del Boquete o en Guinea-Conakry, no se pueden olvidar de que son esos sujetos. La democracia es un ejercicio complicado: por eso los cobardes y los extremistas buscan siempre la solución más simple, pero también la más equivocada. El ejercicio empático de tolerar y aceptar que hay gente distinta es tan difícil de ejecutar que son incapaces de ver más allá de sus narices. Pero los demócratas tenemos el peso de la democracia, su legitimidad y su honradez para combatirles.
PD: Al menos leedme xDDD.