Los mandamientos pasan de diez
Si Moisés bajara hoy del Monte Sinaí, no tendría suficiente con dos tablillas para plasmar los mandamientos divinos. Necesitaría al menos una más para incluir los nuevos pecados señalados por el Vaticano: consumir drogas, acumular excesiva riqueza, dañar al ambiente y hacer experimentos genéticos dudosos. El obispo Gianfranco Girotti, director del Penitenciario Apostólico, organismo que supervisa la confesión y las indulgencias plenarias de la Iglesia católica, fue el encargado de alargar la lista, en una entrevista a L'Osservatore Romano, órgano de prensa del Vaticano, titulada Las nuevas formas del pecado social.
"Uno no ofende a Dios sólo al robar, blasfemar, o desear la mujer del prójimo", dijo Gianfranco Girotti en referencia al texto que, según la Biblia, dictó Yahvé a Moisés, "sino también cuando uno daña el medio ambiente, participa en experimentos científicos dudosos y manipulación genética, acumula excesivas riquezas, consume o trafica con drogas, y ocasiona pobreza, injusticia y desigualdad social".
Los nuevos pecadores están por todos lados y esta campaña de sensibilización se debe a la "disminución del sentido de culpa", según señala Girotti. Los datos demuestran que tan solo un 60% de los católicos acude al confesionario. "Es necesario relanzar este sacramento", dijo Girotti, "que ya hace años está en crisis".
La Iglesia católica divide los pecados entre los veniales, es decir, menos serios, y los mortales, que amenazan el alma a la condenación eterna en el Infierno, al no ser absueltos antes de la muerte a través de la confesión y las penitencias.
No existe una lista definitiva de los pecados mortales. La primera, de hace 1.500 años, fue redactada por el papa Gregorio El Magno y recuperada más tarde por Dante como hilo argumental de La Divina Comedia (siglo XIV): lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Así que la Iglesia cree necesario actualizarla. Los curas deben tener en cuenta "los nuevos pecados que han aparecido en el horizonte de la humanidad como un corolario, de este proceso imparable que es la globalización", dijo Girotti.
Entre las cuestiones que más preocupan a la jerarquía de la Iglesia católica en este momento, figuran el aborto y el abuso de menores, que ha afectado también al clero y ha revelado así "la fragilidad humana e institucional de la Iglesia". En algunos casos, denunció el prelado, se han "exagerado" los hechos por parte de los medios, "para desacreditar a la Iglesia".
El mismo Girotti hizo referencia la semana pasada a la crisis que atraviesa el sacramento de la confesión dentro del mundo católico. El papa Benedicto XVI también incidió en ello. El mundo de hoy está perdiendo "cada vez más el sentido del pecado", lamentó. Por esta razón, el Papa recordó que la confesión no consiste sólo en la acusación de los pecados sino que, sobre todo, se trata "de un encuentro personal con Dios". "Cualquier pecado que se cometa, si se reconoce humildemente" y se confiesa, lleva a experimentar "la alegría pacificadora del perdón de Dios", dijo.
Tras esta maravillosa revelación, me pregunto qué hace el Papa viviendo en el Vaticano, o cuánto dinero acumulan las arcas de la iglesia, probablemente y según sus propias normas, uno de los mayores pecadores del mundo.