Iba a ser un macroconcierto benéfico para inyectar recursos a la investigación de tres enfermedades raras y aquello acabó en números rojos. Los cantantes dieron su voz gratis y los organizadores perdieron dinero. Allí estaba la SGAE en cualquier caso, lloviera o hiciera sol en la cuenta de resultados.
La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) cobró otros 3.324 euros por un espectáculo en el que las tres entidades organizadoras -la Asociación de Afectados de Neurofibromatosis, la Asociación Española contra la Leucodistrofia y la Asociación de Esclerosis Tuberosa- incluso salieron esquiladas económicamente del evento.
El concierto tuvo lugar el 15 de marzo de 2008 en el Palacio Vistalegre de Madrid. La organización corrió a cargo de los citados tres colectivos y el fin único era recaudar fondos para investigar tres enfermedades raras en las que las administraciones no investigan.
En el espectáculo intervinieron artistas como Miguel Bosé, Andy y Lucas, Rosa, Pitingo, Revólver, David DeMaría, Edurne, el coro Gospel Living Water o Edith Salazar, quien llegó a cantar una canción compuesta por ella para la cita. Ninguno cobró ni un euro por dar su voz a la causa. Se llamaba 300 segundos el macroconcierto. Y a la SGAE le faltó tiempo para hacer caja.
La entidad que gestiona los derechos de autor se embolsó el pertinente 10% que acostumbra. Sólo se vendieron 1.512 entradas. De los 33.244 euros ingresados en taquilla, la Sociedad General de Autores se quedó con sus 3.324.
Las asociaciones (integradas en su inmensa mayoría por padres que tienen hijos enfermos) hicieron así un negocio tan bienintencionado como ruinoso. Para que aquello fuera rentable, tendrían que haber vendido en torno a 8.000 entradas. Una escasa promoción, los altos costes de producción (el pabellón, la seguridad, etcétera) y la falta de patrocinadores hicieron deficitario el evento de marras, y no hubo ese plus esperado que iba a sumar en aquellas vidas a solas. Esperaban el dinero para los distintos proyectos de investigación los 3.000 enfermos de neurofibromatosis, los 500 de leucodistrofia y los 900 de esclerosis tuberosa. Lo siguen esperando todos los días.
"Fuimos a protestar a la SGAE y nos dijeron que no podían hacer nada porque los artistas que llevamos no eran dueños de las canciones que cantaban", señala Begoña Martín, presidenta de la Asociación Española de Neurofibromatosis. "Ahora queremos que la SGAE nos devuelva el dinero también a nosotros".
"Todo se hace para sacar dinero para una investigación que, por otra parte, debería estar financiada por las administraciones", dice. "No entiendo cómo la SGAE tiene este afán recaudatorio tan desmedido en causas que merecen tanto la pena".
En esta ocasión no hizo falta que aparecieran los cobradores de negro, pues la mordida formaba parte del propio mecanismo de venta de entradas. Los tickets fueron despachados por ServiCaixa. Cuando a las asociaciones promotoras del concierto les fueron liquidadas las ventas, ya estaba descontado el 10%.
Los delegados de la SGAE trabajaron igualmente aquella noche. Fueron el concierto. A la propia SGAE le debió de parecer que algo no cuadraba. Llamaron por teléfono a las asociaciones de enfermos. Suspicaces, indagaron: para ellos había allí más de 1.512 entradas vendidas. Querían más dinero.