Sueños premonitorios

No se muy bien cómo comenzó el sueño, pero os lo narro a modo de historia para que os metáis en él.

Estamos en Ucrania, mi amigo Jaime y yo parecemos S.T.A.L.K.E.R.S, porque estamos buscando objetos valiosos entre los restos de Chernobyl, piezas de la antigua central nuclear que ahora ha dejado de funcionar. Estamos en un patio y vemos algo que parece valioso, pues acaba de llamar la atención de los demás busca tesoros de la zona, pero han salido corriendo y con caras de miedo, no sabemos por qué pero lo vamos a averiguar.

• Hecha un vistazo, Jaime

• Vale (...) ¡¡MIERDA!!

• ¿Qué pasa?

• Parece que está vivo, ¡se está moviendo!

• ¡No lo toques!

• No, no es un bicho... Parece una cabeza nuclear con una serpiente enroscada

• Entonces no te acerques, espérate que lo comprobemos

Salimos de aquel patio y entramos en una habitación de la casa en la que estábamos, buscando ayuda de un experto, pero este no aparece, y salimos al patio a intentar averiguar qué es eso que ha espantado a los demás, pero ya hay algo que no me gusta, veo a Jaime raro.
Nos acercamos a el objeto y había cambiado de forma al igual que el patio. Ahora ya no estábamos en un patio, estábamos en otra habitación, con su madre vigilándonos y el objeto parecía un aparato de aire acondicionado viejo. Nos acercamos a él y Jaime le da una patada.

• ¡¡¡NOOOOOOOO!!!

Aquello se había roto y tenía una fuga radiactiva, que salía como si fuera gaseosa cuando agitas una botella y la abres.
Los dos corrimos a otra habitación para huír de la muerte segura de la radiación nuclear, y para calzarnos, pues no llevábamos un calzado adecuado para correr por unas ruinas, pero ya era tarde.
Mientras me decía mentalmente lo gilipollas que era mi amigo por haber pateado aquel objeto, empezaba a sentirme mareado, muy mareado por la exposición al monstruo nuclear.
Terminé de calzarme mareado y volví a por mi amigo a la habitación donde estaba el foco de radiación para huir en un intento desesperado de salvar la vida.

Cuando abrí la puerta se hizo el silencio más absoluto...

Toda la habitación era verde nuclear con ese resplandor siniestro, como si estuviera recubierta de un algodón finísimo provocado por la radiación de aquel objeto, ahora palpitante.
La madre de mi amigo también estaba medio recubierta de esta rediación, sólo el lado que daba a aquel monstruo.
Con la mirada me dijo que partiera, que no la esperara, que ella se quedaba a morir intentando detener el desastre y corrimos los dos como nunca.

Salimos de aquel complejo industrial con la rapidez del que sabe que la muerte le persigue, y llegamos a un barrio residencial lleno de aldeanos vestidos con ropa antigua que rodeaba a modo de anillo al complejo industrial.
Los vecinos nos miran mal y no nos dejan pasar

• ¡¡Corred, hay un escape nuclear!!

• Vosotros no os váis de aquí, vosotros no os váis de aquí.

• ¡¡Moriremos todos si no nos alejamos del foco de radiación!!

• Vosotros no os váis de aquí, vosotros no os váis de aquí.

Lo repetían como si fueran una secta, como si fueran autómatas.
El ansia y la desesperación pudieron con aquellos aldeanos y literalmente les pasamos por encima.

Ya éramos libres de huir con toda la rapidez que pudiéramos de aquel horror, pero de mi cabeza no salía la dosis de radiación tan altísima recibida, y no podía más que pensar que todo ese esfuerzo era en vano, pero mientras me quedara una bocanada de aire vivo en mi cuerpo, seguiría corriendo.

Cogimos una furgoneta tipo Nissan Vanette y corrimos siempre en dirección Este, al sur de Europa, a España, a casa.
La gente que nos encontrábamos también huían pues habían dado la alarma, y tuvimos nuestros más y nuestros menos con ellos, pues todo el mundo quería alejarse de aquel horror.

No sabría decir el tiempo que pasamos cambiando de coche cuando se le acababa el combustible, pero fue mucho, siempre con la certeza de que la radiación corría casi igual que nosotros.

Conforme nos íbamos alejando de la zona contaminada, dejábamos de ver gente, y nos dábamos cuenta de lo grave de la situación. Sin futuro, sin esperanza, sin alegría, sin vida (...)
Ciudades totalmente vacías, donde podíamos coger lo que quisiéramos, pues éramos los últimos habitantes de todas ellas.

Lo último que recuerdo del sueño fue una discusión con Jaime sobre qué coche coger, pues yo quería un Jaguar XJ que nos habíamos encontrado y huír a toda velocidad, pero él me decía de llevar un Peugeot 407 e ir más lento pero no tener que parar para llenar el depósito tantas veces.

Me desperté angustiado, porque aunque era sólo un sueño, sabía que de haber pasado de verdad, nada cambiaría. Ciudades vacías y sin futuro, sin esperanza, sin alegría, y sin vida.

Este fue mi sueño con radiación nucelar, y lo que más me marcó de él fue la habitación recubierta de radiación, y la mirada de la madre de Jaime diciéndome que me fuera.

Sé que no viene a cuento con el hilo, pero esta noche he tenido un sueño relacionado con los viajes en el tiempo que da para argumento de una buena película