Era nuestra época de salir de fiesta a lo tonto, rondando los 20-21 años.
Salíamos de fiesta al pueblo de al lado, y todos queríamos beber, así que los pocos conductores que había no se cortaban un pelo, y cogían el mismo pedo que el resto.
Eso que acaba la fiesta, 6 de la mañana, y vamos camino de otro pueblo a dejar a un amigo, ya ruta en marcha la locura estaba desatada, por las curvas habidas yendo a una velocidad que superaba claramente lo permitido, abriendo y cerrando las puertas en marcha, gritando como posesos etc etc.
La ida bien, dejamos a nuestro amigo en su casa, y toca bajar al pueblo donde vivimos el resto. Lejos de estar comedidos la locura sigue, está vez en bajada, por las curvas, mismo modus operandi. Total, había llovido un poco y la carretera estaba mojada ¿qué ocurrió? Lo inevitable. A mi amigo se le va el coche, a la derecha de la carretera barranco por el cual si caes, adios vida, a la izquierda, pegado al sentido contrario, montaña. Íbamos directos al barranco cuando mi amigo pegó un volantazo, invadimos carril contrario y nos la pegamos contra la montaña. El coche avanzó de lado varios metros.
Nos quedamos todos callados, durante unos segundos, el coche de lado, yo arriba, sentado atrás, veía a mi amigo debajo mio. Nadie dice nada, hasta que el conductor suelta:
Al instante, por el carril contrario llegó otro coche con conocidos que años después siguen contando como 4 chavales salían de un coche que estaba de lado, en el carril contrario, saliendo por la puerta que no estaba bloqueada por el suelo partiéndose el culo al máximo.
Entre todos le dimos la vuelta al coche, lo pusimos bien, lo arrancamos (funcionaba sin problemas, pese a una rallada de proporciones épicas en el lateral que había contactado con la carretera), y bajamos bastante más calmados hacia nuestro pueblo. Remarcar que un minuto más tarde, nos cruzamos con un coche de los mossos.
Una temeridad brutal, donde estuve muy cerca de irme a tomar por culo y que únicamente puedo recordar entre risas.