El Sabado pasado dos escaladores sufrieron un accidente en la sierra de Redovan. El chico murió casi en el acto y la chica sigue recuperandose en la unidad de cuidados intensivos.
Os dejo unas noticia:
Lo que de verdad quiero mostraros es el relato de una chica que lo vivió desde muy cerca, personalmente me ha hecho llorar y sobre todo leer los comentarios de amigos y familiares.
Un día de escalada
Inés María Velasco
Testigo del accidente de escalada de Redován
Algo suena… abro los ojos y es el despertador. Ya son las nueve. Pero hay algo diferente. No es una mañana cualquiera… ¡Ahhhh, sí! Es día de escalada. Después de tantos días de lluvia y viento, parece que éste va a ser de los buenos. Nos levantamos. Mientras yo hago la comida para llevárnosla a la montaña; Javi empaqueta todo el material de escalada. Cogemos a los perritos y… ¡¡¡A LA MONTAÑA!!!
Cuando llegamos al lugar de encuentro, nuestros amigos ya nos estaban esperando. Nos distribuimos en los coches y salimos hacia la sierra de Callosa de Segura. A la zona de escalada de Redován.
Al llegar allí nos asombra la cantidad de gente que había en “la pared”. “¿Nos vamos a otro sitio?”, grita alguien. “¡¡¡Noooo, ya estamos aquí y no nos movemos!!!”, contesta otro. Así que sacamos las cosas de las bolsas, nos preparamos y nos ponemos a escalar.
Después de un rato; oigo un grito y, al mirar, sólo veo dos bultos negros cayendo. Al principio no asimilo la información, pero al tiempo (un tiempo que parece indefinido entre 1 segundo y 1 hora, aunque sé que en realidad son décimas de segundo) me doy cuenta de que son dos personas que se han caído de lo alto de una vía mientras escalaban. Los he visto caer desde una altura de unos 20 ó 30 metros.
Con nosotros venían dos enfermeros que acuden inmediatamente a socorrerlos. Mientras, algunos de nosotros llamamos al 112 y otros ayudan en todo lo que pueden (aunque, por desgracia, no es mucho lo que se puede hacer). Uno de los enfermeros (a partir de ahora “enfermero A”) acude a socorrer a la chica y el otro (“enfermero B”) hace lo mismo con el chico. Mientras yo, personalmente, hablo con el 112. Dije que dos personas se habían caído escalando desde una altura de unos 30 metros, en la zona de escalada de Redován a las espaldas del cementerio, que dos enfermeros estaban con ellos pero que estaban inconscientes, que la ambulancia no podía llegar hasta allí y que tenían que mandar al helicóptero. Me atendieron muy bien. De forma eficaz y rápida. Me mantuvieron un tiempo a la espera y me informaron de que ya estaban todos los servicios avisados, que podía colgar. Eran las 12:56. El helicóptero tenía que venir desde Valencia.
El enfermero A me pide que le compruebe el pulso a la chica, ya que él no puede porque está inmovilizándole el cuello. Ha conseguido reanimarla, pero está en un estado semiinconsciente. Acudo en su ayuda y compruebo que tiene pulso, aunque es débil y lo pierdo a ratos. Paso a mantenerla inmovilizada para que el enfermero pueda estar más libre si hay que hacer más comprobaciones. Miramos si las pupilas están reactivas e intentamos mantenerla consciente y quieta. Tiene la cuerda de escalar enrollada en un cordino alrededor del cuello y eso nos impide maniobrar, así que decidimos cortarla y quitarle el gri-gri (sistema de seguridad para descenso. Se podría decir que funciona a modo de cinturón de seguridad).
No sé qué ocurre con el enfermero B y el chico, sólo puedo centrarme en ella. Pero entonces el enfermero B le pide ayuda al enfermero A: el chico está entrando en parada. Nos preguntan la hora. Son las 13:04 cuando empiezan a practicarle la R.C.P. Otra chica viene a ayudarme y conseguimos que ella se tranquilice. Casi no puede hablar y le pedimos que cuente con nosotras las respiraciones. Mientras una cuenta, la otra la anima en voz muy bajita para no ponerla nerviosa. Está muy cerca de su compañero, podemos ver cómo los pañuelos de papel ensangrentados se van acumulando a su lado. Oímos cómo los enfermeros siguen tratando de reanimarlo. La ayuda ya no puede tardar mucho…Pero pasa el tiempo y nadie viene. Empezamos a oír sirenas. ¡Ya están aquí!
Algunos escaladores han recogido sus cosas y se han marchado, otros (incomprensiblemente) siguen escalando, pero la mayoría están preparados para ayudar. Muchos me preguntan si necesito algo, si quiero que me releven; pero no quiero dejarla. Otros bajan por la senda para guiar a los servicios de emergencia. La chica nos pide agua, no podemos dársela. La animamos a seguir luchando, le decimos que lo está haciendo genial, le preguntamos cosas cuando vemos que está volviendo a perder la consciencia,… Sabemos que no se puede dormir. Nos dice que no quiere seguir aguantando. No podemos imaginarnos el dolor que debe estar sintiendo. Tiene heridas por todo el cuerpo, en las manos,… llevaba casco y, aún así, vemos que tiene una brecha en la cabeza por la que sangra, a veces la notamos ahogarse con sus fluidos. Nos ponemos entre ella y su compañero para que no pueda ver lo que está sucediendo; ya que eso la altera mucho. Tras 45 minutos en esa posición llegan los primeros servicios de emergencia y le decimos aliviadas que ya está aquí la ayuda, que le van a dar algo para el dolor, que va a dejar de sufrir,… Es una pareja de la Guardia Civil que, para nuestra sorpresa, no traen nada con lo que ayudarnos. Nos dicen que se les ha olvidado el botiquín en el coche y se quedan mirando cómo mis compañeros siguen realizando la R.C.P. Nos dicen que no esperemos ningún helicóptero. Quiero ponerme a llorar, es una situación horrible, desesperante,…pero no quiero que ella me vea.
Al final me relevan, ya no podía aguantar más en esa postura. Los dos enfermeros dejan de practicar la R.C.P. Ya llevan 35 minutos y saben que no se va a poder hacer nada por él. Llegan escaladores con botiquines y camillas. Se las han cogido a los bomberos para ir más deprisa. Tres de los bomberos van hacia el chico y uno viene a ayudarnos con la chica. Vuelvo a ponerme en la posición inicial, inmovilizándole el cuello. Casi no traen material. No tienen Ambú, traen mascarilla de oxígeno. De poco nos sirve eso… Otro bombero se une a nosotros. Le quitamos el arnés. Ya han llegado más policías y hay mucha gente allí, así que nos hacemos a un lado y les dejamos trabajar. Pero entonces los enfermeros ven que los bomberos tienen dificultades para colocar correctamente el collarín, que están poniendo la camilla para inmovilizarla al revés, alguien dice una broma macabra sobre el casco del chico justo junto a él,…entonces es cuando mis compañeros se dan cuenta de que aún no ha terminado su labor y siguen con la chica. Yo me siento en una piedra y lloro. Lloro por la impotencia, por la tensión, por la situación,…
Al fin, llega a la carretera de abajo el SAMU. Oímos por radio cómo la médica dice que quiere subir a ver el cuerpo. No sabemos dónde mirar: ¡Lo más importante ahora es la chica! Ha pasado alrededor de hora y media. Entre bomberos y escaladores se hace un pasillo para poder bajar la camilla por la senda de forma que esté lo más estable posible.
Yo me quedo allí arriba y voy a ver cómo se encuentra el resto de mis compañeros. Algunos no han parado de llorar, incluso alguno vomitó. Estábamos destrozados. No sabíamos qué decir. Poco a poco (cuando los enfermeros terminaron de hablar con la gente del SAMU y todos los cuerpos de seguridad y otros ayudaron a bajar el material de los bomberos) volvemos a reunirnos. En silencio, vamos recogiendo nuestras cosas, abrazándonos y consolándonos. Entonces vimos aparecer al helicóptero. Más de dos horas después. Ni siquiera era un helicóptero médico, si no de reconocimiento. Ni siquiera sé cómo eran la médica del SAMU y la enfermera. No llegué a verlas. No subieron porque dijeron que no llevaban el calzado adecuado. No daré más detalles de la conversación entre ellas y los enfermeros porque yo no estaba presente. Creemos que la tragedia sucedió por un fallo humano. No sabemos qué hacían exactamente y porqué se cayeron (eso no nos corresponde a nosotros), pero lo que sí nos preguntamos todos es: ¿Qué habría sucedido si los servicios de emergencia hubieran acudido rápidamente al lugar? ¿Si hubieran ido con el material adecuado? ¿Si hubieran sido eficaces? Quiero creer que todos lo hicieron lo mejor posible según sus capacidades, pero fue una actuación insuficiente e ineficaz y me hizo pensar en lo mal preparados que estamos para cualquier emergencia, en la falta de recursos y conocimientos. No vinieron preparados. No sé cómo habría cambiado el resultado si la respuesta hubiera sido eficaz; pero sí sé que, si esa chica tiene una oportunidad de vivir, es gracias a la respuesta de todos los que estuvimos allí y, en especial, a esos dos enfermeros. Todo empieza a estar brumoso en mi cabeza, como si fuera una película. Pero lo que no voy a poder olvidar, es la mirada que me acompañó durante más de una hora y que se ha quedado grabada a fuego en mi mente.
Todos los días llamamos al hospital para preguntar por su estado y, aunque no nos dicen mucho, sabemos que sigue luchando. Y nosotros sólo podemos pensar: ¡Menos mal que no nos fuimos!
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