¡Por fin la esperadísima entrega! Prosigo con mi relato, el cual deje hace meses atrás.
Como siempre, ése día nos despertamos muy temprano, sin desayunar nada (apenas habíamos cogido el horario de los japoneses) y nos dirigimos directamente a la estación. En éste tercer día de viaje, la tensión en el grupo estaba un poco a flor de piel, los planes no estaban saliendo de todo como acordamos, y más de una cosa nos la dejábamos por ver.
Tuvimos una “charla” en una cafetería del metro, donde aprovechamos para desayunar y para organizar el día. Nos dirigíamos primero a Ikebukuro, famosa por los edificios y por los centros comerciales que podíamos encontrar: Ikebukuro (池袋?), una parte del barrio de Toshima, es un gran distrito comercial y de entretenimiento de Tokio, Japón. Es la localización de las oficinas del barrio de Toshima, la estación de Ikebukuro y varios extremadamente grandes almacenes (ya veréis cuando os explique, realmente eran ENORMES).
Al llegar a la estación de Ikebukuro, nos hicimos una foto con lo más importante: la escultura del búho! Os dejo un poco de información Wikipedista:
“Hay una pequeña estatua de un búho situada cerca del centro de la ciudad llamada Ikefukurō-zō que significa «estatua del búho del lago». Puede que sea una pista del verdadero origen del nombre dado a Ikebukuro, pero más bien está construido como nada más que una broma, un juego con las palabras y como un punto de interés para la administración de la ciudad. El juego con las palabras viene del significado alternativo de «fukuro» como «búho» (aunque «fukurō», «búho», se pronuncia con una «o» final larga, en lugar de la «o» corta en la palabra «fukuro», que es bolsa). Quizás por este motivo, la estatua del búho se ha convertido en un famoso lugar de encuentro a lo largo de las líneas de la estatua de Hachikō localizada fuera de la estación de Shibuya”
Fotos con el búho de marras:
Era muy temprano, la estación estaba un poco vacía, y no sólo eso, cometimos un fallo… IR DEMASIADO TEMPRANO A UNA ZONA COMERCIAL!! Resulta, que para hacer tiempo, tuvimos que pasearnos bastante rato por el barrio, esperando a que los centros comerciales abriesen…
Pero, ¿sabeis que? Me importaba un huevo, estaba en Japón y hacía fotos a todo lo que veía.
En ese momento, me llamaba mucho la atención las autovías que cruzan el barrio del que hablamos. Vereis, se supone que en Tokio debe de haber un trafico de cojones (imaginaos), bien,pues yo no vi un solo atasco. Estas autovías de las que hablo se elevan a unos 15 metros de altura, formando como unas “venas” que atraviesan la ciudad, y lo curioso es que no se escucha nada el trafico que pasa por ellas. A veces, se superponen hasta 3 niveles diferentes de carriles. Además, junto a los pilares que sustentan las autovías, aprovechan para construir alguna que otra casa e incluso aparcamientos multitudinarios para bicicletas… más de una ya abandonada.
Era muy curioso ver como se entremezclaba lo nuevo con lo viejo, en pleno centro de Tokyo podías encontrar edificios altísimos, y justo a 10 metros, urbanizaciones de casas mata, alborotos de cableado y estaciones de tranvía de lo más obsoletas. Os dejo unas fotos para que veáis a lo que me refiero:
Este soy yo, con las autovías… (Fotos con menos calidad, bajadas de Tuenti…).
Aquí podéis verlas otra vez, son enormes.
Y la estación de tranvía… me recordó mucho al típico momento de los animes, cuando se baja la barrera y suena el característico “ning ning ning” jejeje…
Al poco tiempo, abrieron las tiendas y pudimos entrar al Tokyu Hands, lugar que esta dedicado al comercio de las cosas “hazlo tú mismo”, es decir, trabajos manuales. Pero qué carajo, en el Tokyu Hands se puede encontrar de todo. 5 Plantas repletas de artículos curiosísimos que si los enumerara aquí no acabaría. Peluches, maquetas, costura, artículos de hogar y menaje, jardinería, papelería… le dedicamos bastante tiempo y he dedecir, que hicimos unas compritas de lo más apañadas:
¡Viva! En las bolsas que muestro llevaba en su mayoría, recuerdos para la familia:
Despues nos dirigimos a otro centro comercial que era ENORME, se trataba del Sunshine City, un centro comercial del copón… Os dejo un poco de info:
“Sunshine City: Calificada como una ciudad en un edificio, consiste en 60 plantas de oficinas y centros comerciales con unas cuantas opciones culturales y de ocio. Fue inaugurado en 1978 y contiene un observatorio (mirador), ubicado en la parte superior, el Museo del Antiguo Oriente, un acuario y un planetario. Además de un centro de convenciones, el teatro, y un centro comercial”.
Nosotros nos dedicamos a dar vueltas por el edificio, compramos ropa, y comimos en un restaurante chino (en Japón!). El caso es que probamos por primera vez el Gyoza, que estaba buenísimo: son como unas empanadas pequeñas, con verduras y carne.
En Sunshine City había muchísima gente, y encima, todos se ponían de acuerdo para comer a la misma hora. Mientras comíamos decidimos que lo mejor sería llegarnos temprano a… ¡El edifico de Square Enix! (una famosa productora de videojuegos), cerca de Yoyogi visitar el Meiji Jingu, para después poder coger el metro desde Harajuku hacia Roppongi.
Unas fotos del Sunshine City:
Un pequeño mapa de las cosas que puedes ver desde arriba… (Hawaii?):
Y esto, como curiosidad, es una leyenda de cosas que no hay que hacer dentro de Sunshine City, por si a alguno le falla la lógica y tiene que recordar normas básicas de convivencia jajaja…
La verdad es que encontrar el edificio de Square Enix no fue nada fácil, tuvimos que preguntar bastante y al final quién más nos ayudo resultó ser un japonés con pintas de rockero a tope, que muy servicialmente nos dijo “seguidme”. Resultaba que el colega trabajaba allí… ¿coincidencia?
Y cuando llegamos a la tienda… sorpresa. Vereis, ami nunca me ha gustado Final Fantasy, ni he jugado a Play Station ni nada, quiero decir, lo mucho que sabía de FF eran los Chocobos, no más. Aún así… lo flipe en aquel sitio. ¿Por qué? Os explico.
Dentro de la tienda de Square Enix hay una réplica de Sephiroth (ese mismo día le conocí) a tamaño real, enterrado en el suelo, en una vitrina de cristal… y la figura era de un realismo que acojonaba. Le hice una sesión de fotos del copón…Y mis amigos, compraron cosillas de la tienda, la más espeluznante una maqueta de un samurái de 200 euracos jejeje…
Foto fuera de la tienda! (Como podréis ver, era grandecita):
Foto con Sephiroth (y yo con cara de fliparlo).
Otra foto de Sephiroth, esta vez con más detalle:
La mejor foto que le saqué fue esta, parecía que fuese a salirse del cristal:
Articulos de la tienda!:
Foto de algunas de las muchas maquetillas que había:
Despues de la visita a Square Enix, nos dirigimos andando al parque de Yoyogi, que estaba relativamente cerca. Dentro del parque encontraríamos el templo que se supone que es, el mas importante de Tokyo. Os dejo un poquito de información, sacada de la guía de Jessy!
Meiji Jingu: Es el santuario más espléndido de Tokyo. Se construyó en
memoria del Emperador Meiji y la Emperatriz Shôken, bajo cuyo reinado Japón puso
fin a su largo aislamiento del mundo exterior. Quedó destruido durante los
bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero su reconstrucción es prácticamente
igual al original. El santuario está compuesto de dos grandes áreas: El Naien es el
recinto interior, que se centra en los edificios del santuario, e incluye un museo de
tesoros que alberga artículos del Emperador y la Emperatriz. El Gaien es el recinto exterior, que incluye el Meiji Memorial Picture Gallery, que alberga una colección de 80 grandes murales que ilustran los fenómenos en la vida del emperador y su consorte.
Lo cierto es que una de las mejores cosas de Tokyo es que tiene una zonas verdes enormes, una de ellas, el parque Yoyogi, y llega un momento en el que parece que has dejado la ciudad y estas en mitad del bosque más espeso de la tierra. Justo en esa paz, en ese cantar de pajaros, te encuentras el pórtico del templo, es decir, el toori de madera. Fue sorprendente.
Dentro del Meiji Jingu podemos encontrar un patio enorme, y a los lados de cada muro del templo, diferentes zonas donde comprar amuletos, colgar “emas” (las tablillas de los deseos), rezar un poco (previamente habiéndote descalzado) y algún que otro relicario del templo.
Lo mejor fueron las mikus y sacerdotes, que trabajaban con el hábito puesto, y también me sorprendió mucho la manera que tienen de respetar los lugares sagrados: Prohiben las fotos en la parte más sagrada, estas obligado a descalzarte y dentro del edificio en general hay mucho silencio.
Yo aproveche para colgar un ema y escribir mis deseos, pero se me planteaba una duda teológica: yo creo en Dios y no en el taoísmo (que es la religión japonesa). Decidí borrar de mi cabeza los dilemas morales y ofrecer ese “rezo” a mí viaje, a mis compañeros y que de ese momento en adelante las cosas fueran lo mejor posible. Hice mención también a mi familia.
Y ahí van las fotos del templo, y de otros momentos que tuvimos cuando salimos de él.
Las zonas verdes que hay en Japón son enormes, y por norma general, muy tranquilas:
Todo el camino al Meiji Jingu esta repleto de estos farolillos, muy bonitos:
Este es el templo por dentro, como podéis observar, hay árboles sagrados (me recuerda al WoW):
Las famosas tablillas emas (que veremos muchísimas más en Kyoto):
Esta señora decidió comprarse un talismán, para que el noviete no le fuera infiel:
Aquí un sacerdote hace las labores de intermediario entre dioses-personas… Supongo que estarían quizás, concertando la fecha de una boda tradicional!:
Una foto que me gusta mucho, notese el contraste entre “tradición” y “evolución”:
Estos barriles son donaciones que hacen diferentes personalidades al templo, se supone que contienen vino (la verdad es que no lo sé muy bien). Lo cierto es que me acuerdo poco de la información que en el templo se daba de ellos:
Después del templo, nos fuimos hacia Harajuku, zona que se encuentra muy cerca de Yoyogi (que es donde se encuentra el templo del que hemos estado hablando). Desde Harajuku nos dirigiríamos a Roppongi (más concretamente a Roppongi Hills) . Os dejo un poco de información de la Wikipedia!
Roppongi Hills (六本木ヒルズ Roppongi Hiruzu?) es un desarrollo urbano en el Distrito de Roppongi en Tokio, Japón. Fue construido por el magnate de la construcción Minoru Mori. El complejo incluye espacio de oficinas, departamentos residenciales, cafés, restaurantes, salas de cine, un museo, un hotel, un estudio de televisión, un anfiteatro al aire libre y varios parques. En el centro, se encuentra la Torre Mori, de 54 pisos y 238 m. La construcción del complejo llevó diecisiete años, y Roppongi Hills fue inaugurado el 23 de abril de 2003.
La construcción de Roppongi Hills costó más de cuatro mil millones de dólares. El terreno, de 109.000 m² fue consolidado a partir de cuatrocientos lotes individuales que fueron comprados paulatinamente durante catorce años.
Vereis, Roppongi es un distrito de Tokyo, y lo más llamativo es el enorme edifico del que hemos hablado y lo que hay bajo él: unas esculturas de los más curiosas. Aparte, muy cerquita, esta la Torre de Tokyo!
Os explicaré también, que en Roppongi se encuentra muy perdida, una tienda de bombones que se llama “Hanabi” (fuegos artificiales en japonés). Esta tienda es muy especial, porque como ya os dije con anterioridad, en nuestro equipo de viaje llevamos a 3 fanaticas de Ayumi Hamasaki… y diréis ¿Qué tiene que ver Ayumi con Hanabi?.
Fácil, la madre de Ayumi es la dependienta de la tienda. Cuando encontramos la tienda (que fue una durísima tarea) entramos, y la madre de Ayumi no estaba, pero las japonesas que había dentro nos trataron genial al ver que 6 españoles conocían su tienda, y se hicieron una foto con nosotros, la cual colgaron en la tienda y conseguirdad la madre de Ayumi las viera. Y no sólo eso, seguramente Ayumi Hamasaki también lo vería. La verdad es que ir con tres fanáticas de Ayumi, a mi por lo menos, me llenaba de energía porque las veía muy emocionadas y nada más verles la cara al salir de la tienda de bombones pensé “creo que ha merecido la pena”.
Después de esta pequeña aventura “Ayumesca”, cenamos. Yo por aquel entonces tenia ya más hambre que el perro de un ciego, así que la cena nos llevo un poco de tiempo. He de decir que despés de la cena me tomé uno de los refrescos más raros que he visto en mi vida…
FANTA DE LECHEEEEEE!!: (Y lo peor es que estaba buena):
Después de cenar nos llegamos a Roppongi Hills. La verdad, me partí el cuello viendo semejante edificio. Estaba todo lleno de japas buenorras, de trabajadores y mucho giri suelto (entre ellos nosotros). Como estábamos ya un poco cansados, nos echamos fotos en las esculturas y dimos un breve paseo al complejo urbanístico. Cuando vimos suficiente, nos pillamos el metro a la Torre de Tokyo. Ahí os dejo las fotos en Roppongi.
Edificio principal, y el más alto jejeje:
La verdad es que sorprendía bastante, aunque no se aprecie muy bien en la foto:
La parte baja tiene tiendas de ropa, exposiciones y demás… este escaparate me llamó la atención la verdad:
Esta es una de las esculturas, la araña:
Y esto es otra, una rosa como la de la Bella y la Bestia:
Consultando mapas para ir a la Torre de Tokyo:
Una curiosidad, cuando fuimos a Japón, allí estaba de moda una serie que se llamaba “Mi amor es un extranjero”, que al parecer cuenta las curiosidades que le pasan a una japonesa que se casa con un extranjero… ¿Curioso eh?.
Cogimos el metro (ya para este entonces las energias que teníamos os garantizo que eran MUY bajas, hasta yo que tengo un ritmo bueno estaba derrotado) y llegamos a la zona de la Torre de Tokyo. Lo cierto es que al principio no me sorprendió mucho, supongo que sería por el cansancio, lo cierto es que no podía creer que estuviese allí…
Me llevé un pequeño chasco, porque estaba iluminada de una manera un tanto peculiar: estaba como medio oscurecida. ¡Maldita sea!.
Unas fotos de la torre desde fuera:
Como veis, la iluminación que me esperaba era esta, pero esta foto está sacada cuando salimos de la torre, ya que entramos en el último pase del día al mirador especial:
Como dato os diré que es incluso más alta que la Torre Eiffel, y que cumple la función de antena de repetición de señales. Aprovechan también para hacer dos miradores en la torre: el primero y más bajo, cuesta unos 500 yenes, el segundo, que es el mirador especial, cuesta 800 yenes. Y lo que os espera arriba es acojonante.
Veamos, imaginaos la ciudad más grande del mundo a vuestros pies, a 360º alrededor vuestra solo veis edificios, edificios, más edificios… En serio, en ese momento es cuando yo me paro a pensar cosas rallantes.
Ver una metrópolis tan grande me acojonaba, las luces de los edificios más altos parpadeaban, una y otra vez. Mirara donde mirara mi vista abarcaba autovías, edificios residenciales, oficinas, parques, tiendas, pisos, locales, calles, avenidas, plazas… y detrás de todo eso, personas. Millones y millones de japoneses que vivían tan lejos de mí, y que en ese mismo momento estaban tan cerca. Tokyo se expandía como una red, y yo formaba parte de ella. ¿En serio estaba en Tokyo? Joder casi se me saltaban las lágrimas de pensar que estaba en lo alto de aquella torre. Al lado de aquella vista, cualquier otro momento de cualquier otro viaje se quedaba atrás.
Era Tokyo la que se imponía, la ciudad más grande del mundo me acojonaba a la vez que me fascinaba. Era la idea de ciudad enorme, casi futurista, atravesada por vías, repleta de gente con problemas sociales y metros en los que nadie se mira, recovecos que en esa ciudad nadie conocía y sitios tan abarrotados que ni andar se podía… era ciudad de pecado, de ires y venires de gente esclavizada por su trabajo, poblada de una sociedad estricta, noble y a la vez tan reprimida…
La sociedad casi perfecta vivía en una ciudad que parecía perfecta… y sin embargo Tokyo era tan fría a mi parecer, la ciudad es tan agresiva… visualmente te marea.
En fin, no quiero ponerme filosófico jajajaja… el caso es que el momento que vivi en la Torre de Tokyo fue acojonante. Hubiera dado lo que fuera por poder escuchar lo que había fuera… me imaginaba el rugir de la ciudad como un sonido continuo… tsss, era imposible no sorprenderse.
Algunas vistas desde lo alto de la torre… fijaos que las carreteras forman el kanji de “grande” (ooki = 大 ¿coincidencia?.
Más vistas desde lo alto de la torre:
Además os dejo un video subido por mí mismo, y grabado en esos momentos, desde la Torre de Tokio. En el video podréis escuchar una interesante teoría acerca de las luces rojas de los edificos tokiotas jajaja!
Cuando bajamos de la torre, estaba más impactado que nunca. Tenia una mezcla de sensaciones muy rara y la verdad es que haberme quedado solo durante el tiempo que estuve en la torre me vino genial.
Nos fuimos a la estación, cogimos la línea Yamanote hacia Ueno y compramos en un “Seven Eleven”. Tras de cenar y la ducha diaria (el olor a sudor que desprendía era increíble jajajaja, y eso que yo no suelo oler…) nos fuimos a dormir.
Yo al acostarme, aún me duraba esa sensación de no creerme nada.
Hace apenas media hora hora estaba en lo alto de una torre de casi 350m de altura, viendo el tapiz que formaba la ciudad… y ahora formaba parte de ese tapiz. Me sentí muy pequeño la verdad.
Pequeño… y lejano… estaba tan lejos de casa… ¡¡Empezaba a aparecer la morriña!!
Al día siguiente, una japonesa de lo más peculiar nos daría un día japonés de lo más peculiar, pero claro, eso es otro día…