Comenzaba un día complicado en París, siendo 1 de Enero gran parte de los lugares a visitar de la ciudad estaban cerrados y el planning era complicado de elaborar. Nosotros vistas las horas a las que nos habíamos acostado el día anterior, decidimos aprovechar un poco la cama y nos levantamos sobre las 10 y media, nuestra jornada sería más relajada de lo normal, pero tampoco tanto, estando en una ciudad como la capital de Francia no había problemas en encontrar rincones que recorrer.
Nuestra primera visita sería el distrito de la Defensa es un moderno centro de negocios que prolonga al oeste el famoso eje histórico que comienza en el Louvre, esencialmente allí podemos encontrar multitud de rascacielos con oficinas, entre las principales compañías instaladas allí están Cegetel, la Société Génerale, Total, Aventis o Arcelor. Todo se encuentra conectado por una céntrica explanada peatonal, Le Palvis, donde se pueden encontrar jardines y multitud de obras de arte , formando un singular museo al aire libre
Allí se encuentra el Arco de la Defensa, obra del arquitecto danés Otto von Spreckelsen. Su creación fue otro de los caprichos faraónicos de los dirigentes franceses, no solo en época de Napoleón se cometían estas locuras, en 1982, el Establecimiento Público para la Planificación de la Défense sacó a concurso el proyecto de un edificio que fuera insignia del eje histórico de París, se seleccionaron cuatro proyectos y uno logró imponerse por su fuerza, su simplicidad y su pureza, que además se mostraba como la versión moderna del Arco del Triunfo.
Una de las figuras más fotografiadas en el paso por la Defensa es con el famoso “Le Pouce”, realizado en el año 1965 por César Baldaccini para una exposición sobre las manos. Este impresionante pulgar mide 12 metros de altura y pesa 18 toneladas, la verdad que resulta curioso verlo entre edificios de casi 200 metros de altura y no podíamos desaprovechar la visita sin hacernos una foto delante de él.
En un día de fiesta como el que era, había que aprovechar para ver algunos parques y por ello nos fuimos de punta a punta del eje histórico hasta el Jardín de las Tullerías, que se encuentra entre la plaza de la Concordia y el Museo del Louvre.
Pero sin duda lo que no nos podemos perder es un paseo por la arboleda contigua al Sena con el museo del Louvre al fondo y con cada uno de los edificios que se encuentran en la otra orilla del Sena como la Asamblea Nacional o el Museo de Orsay, que sería nuestro siguiente punto de interés.
Al fin llegamos al Museo de Orsay, no sabíamos si nos iba a dar tiempo a visitarlo otro día y aunque ese día estaba cerrado su estructura es motivo suficiente para hacer una visita, sus orígenes se centran en lo que fue una estación de ferrocarril en el siglo XIX y en su entrada podemos encontrar varias esculturas de bronce con temáticas de animales, a nosotros los que más nos gustaron fueron el elefante obra de Emmanuel Fremiet y el rinoceronte de Henri Alfred Jacquemart que se realizó para la Expo de 1878, nos hicimos una foto con cada uno.
Aunque mi novia diga lo contrario, el rinoceronte mola más
Desde esta localización cogimos nuevamente el metro, rumbo al más famoso puente de París, el de Alejandro III. No lo he comentado hasta ahora, pero desde este día nos sentíamos casi dioses, porque teníamos ya activa nuestra París Visite de 5 días, desde aquí y hasta el final del viaje no tendríamos que preocuparnos por el número de viajes que hiciéramos ni por las zonas donde nos fuéramos a mover, porque teníamos la de 1-6, se lo recomiendo a todo el mundo, echar cuentas y si sois de los que tenéis unos días no muy elevados y queréis ver el mayor número de cosas posibles, es la mejor opción para completar nuestros objetivos.
Al Puente de Alejandro III llegamos rápidamente, era una única parada de metro y así disfrutamos de esta exuberante pasarela que une la explanada de Los Inválidos con el complejo monumental formado por dicho puente, el Gran Palacio y el Petit Palais. Es el más largo de la ciudad y su estilo es el propio de la Tercera República Francesa.
De allí llegamos a la Plaza de la República y en su centro pudimos ver encima de una gran columna a la Marianne, peinada con un gorro frigio, símbolo de la libertad, y una corona vegetal. En la mano derecha sujeta un ramo de olivos, símbolo de la paz y con su otra mano sujeta una tablilla donde se puede leer «DROITS DE L’HOMME» (derechos humanos). En su cintura lleva una espada.
Comimos algo por la zona y continuamos la marcha, nos pusimos rumbo al cementerio, pero… ¡Tranquilos, que no se ha muerto nadie! nuestro interés era visitar Père-Lachaise un bonito parque-cementerio en el que se encuentran enterrados muchos personajes célebres.
Una de las primeras tumbas que me llamaron la atención fue la que tenemos más abajo, para cualquier madridista que se precie al ver esta imagen se le pondrán los pelos de punta, para uno bueno que parece que nos va a salir, como para que le pase algo… perdonarme el chiste macabro
Un paseo por allí es como una macedonia de sensaciones, por un lado se pasea tranquilo y muchas de los nichos, tumbas y mausoleos llegan a ser hasta bonitos, pero quieras que no es un sitio donde se encuentra gente enterrada y pone un poco los pelos de punta, sobre todo a medida que nos fue anocheciendo, en pocas palabras y como diría mi buen amigo de Callejeros Viajeros, es un paseo entre huesos mondos y lirondos.
Una de las primeras tumbas que teníamos interés de visitar era la de Oscar Wilde, escritor, poeta y dramaturgo del siglo XIX que es considerado como uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su grande y puntilloso ingenio. La verdad que la gente lleva hasta un punto extremo su devoción por el personaje y tienen la tumba hecha un cristo, aunque sin llegar a los extremos de la de Jim Morrison el célebre vocalista del grupo The Doors, que también se encuentra allí enterrado.
En su parte sur se encuentra el Muro de los Federados, en ese mismo lugar un 28 de mayo de 1821 fueron fusilados 147 comuneros, denominación que recibían los dirigentes de la Comuna de París y la tumba de Chopin.
El célebre compositor y virtuoso polaco, considerado como uno de los más importantes de la historia del romanticismo musical, que la verdad me hacía especial ilusión, ya que en mi familia siempre nos ha gustado mucho la música clásica, como curiosidad aunque su cuerpo permanece allí, se obedeció la última voluntad del músico, extrayendo su corazón y depositándolo en la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia.
Una vez finalizada la visita nos fuimos a visitar el famoso Sagrado Corazón, en Montmartre.
Es una de las iglesias mas populares de la ciudad de la luz entre los turistas, seguramente por la singularidad de su magnífica estructura de estilo Romano-Bizantino, asentada en el punto mas alto de la ciudad. La idea original de construir una iglesia católica romana dedicada al Sagrado Corazón fue desarrollada en Francia al final de la guerra Franco-Prusiana en 1870. La Basílica fue diseñada por el arquitecto Paul Abadie y fue continuada por otros arquitectos cuando el murió en 1884. No fue sino hasta 1914 cuando la construcción fue completada pero la consagración no tuvo lugar hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
Se construyó con piedras del travertino extraído en el Château-Landon (Seine-et-Marne ), Francia . Esta piedra tiene la peculiaridad de que exuda constantemente la calcita, que asegura de que la fachada siga siendo blanca incluso con la erosión y la contaminación, todo un acierto sin duda.
Una vez hicimos todo el recorrido interior, salimos y nos encaminamos a subir a la cúpula y visitar la cripta, para ello hay que bajar por unas escaleras exteriores en el lateral izquierdo y pagar 5 euros, el horario de visitas para el Domo y la Cripta: 9:00 a 17:45.
Cuando salimos ya era de noche y la basílica estaba iluminada, era una imagen muy bonita y se podía ver todo el monumento flanqueado por las estatuas de Santa Juana de Arco y San Luis. Ya era tarde para seguir visitando Montmartre y la noche nos llamaba para dar un paseo por el Barrio Rojo de París y ver que se cocía por allí.
El primer edificio que nos sorprenderá será el Sexodrome, una boutique del sexo que cuenta con nada más y nada menos que cuatro plantas y que aunque no pensemos comprarnos nada, merece la pena echar un vistazo a la amplia oferta, solo por ver la cantidad de productos tan insólitos con los que cuenta, desde luego al menos para echarse unas risas nos servirá tan variopinta tienda.
Una vez resuelta nuestra curiosidad, seguimos caminando y viendo tiendas de todo tipo, ya únicamente desde los escaparates, las que más abundaban eran las que contaban con los típicos trajes eróticos que tanto nos suelen gustar a los hombres, los había de todo tipo desde los más clásicos como la típica conejita a otros menos comunes e incluso los había para hombres, el caso es que cualquier demanda de este tipo sea cubierta, eso sí ya os aviso que los precios no eran económicos precisamente como para hacer la gracia de pensar en comprar alguno, pero bueno lo típico, se mira y se continua el camino.
Nuestra parada final en este recorrido por el barrio más caliente de todo París (aunque decir eso a 2º es mucho decir) fue en el mítico cabaret parisino de Moulin Rouge, construido en el año 1889 por el catalán Josep Oller, es famoso por su gran imitación de un molino rojo en la azotea del edificio. Es un símbolo emblemático de la noche parisina, el edificio posee una rica historia que aún continúa, allí cada noche se ofrece una gran variedad de espectáculos para todos aquellos que quieren evocar el ambiente bohemio de la Belle Époque.
De esta parte nos fuimos hasta el distrito de Les Halles, caminamos un poco por las calles hasta toparnos con el Centro Pompidou, un Centro Nacional de Arte y Cultura donde se encuentra el Musée National d’Art Moderne, que es la galería de arte moderno más grande de Europa. Su fachada exterior sorprende por su estructura industrialista, y con los elementos funcionales, conductos, escaleras, etc., visibles desde el exterior. Las conducciones de agua, aire o electricidad fueron pintadas de colores atrevidos y extraídos de la parte principal del edificio, para dejar un interior diáfano.
Cuenta con salas de cine, un centro de investigación musical y acústica; y una biblioteca con un aforo de 2.000 personas, pero nosotros únicamente sacamos los tickets gratuitos por ser menores de 26 años y miembros de la UE para ver el Museo de Arte Moderno, para quien piense visitarlo debe saber que los horarios de acceso son de 11h a 21h y la entrada cuesta 10 euros, según parece se recomienda visitar por la tarde que hay menos gente, nosotros al menos damos fe de ello
Si bien en la segunda planta se encuentran obras de 1905 a 1960 en la primera datan de 1960 a nuestros días, no solo podremos ver cuadros o fotografías sino los objetos más insólitos que podamos imaginar, muchos de ellos bastante curiosos.
Las últimas visitas de la noche fueron a la plaza cercana de Stravinsky, donde se encuentra una gran fuente con 16 esculturas en sus aguas. Las esculturas se mueven, giran y también sacan agua. Las esculturas negras fueron realizadas por Tinguely, las de políester son de Niki de Saint-Phalle y las restantes son de colaboración mutua.
Y al a LŽHôtel de Ville, el edificio donde se encuentra el ayuntamiento de París, que al ser Navidad por las noches se encontraba iluminado con miles de centelleantes luces y con una amplia pista de patinaje frente a su fachada.
Así terminó nuestro día, eran casi las 9 cuando nos dispusimos a volver a nuestro alojamiento para descansar, bastante satisfechos con todo lo que habíamos visto en ese día, que para habernos encontrado un París dormido o al menos en lo referente a monumentos que visitar que en su gran mayoría estaban casi todos cerrados, no había sido para nada una jornada perdida y nos habíamos quitado un buen número de sitios de nuestra lista.