Extraido de KDD MV Madrid - 5.0 · 5 de Octubre.
Como no estoy para desperdiciar creatividad lo dejo aquí también:
Hola, he estado sin internet ¿qué se cuece?
Que sepáis que hay una probabilidad bastante maja de que si voy (repeat: si-voy), apenas beba. Mi higado ha envejecido mucho más rápido que el resto de mi cuerpo y tengo una teoría.
Creo que todo empezó en aquella Semana Santa que me desperté en Coruche (Portugal) dentro de una piscina hinchable llena de hielo (y varias latas de cerveza S. Jorge [0.19€/33 cl] flotando a mi alrededor).
Curiosamente empecé la noche en Montijo, cerca de Mérida (y también cerca de Albuquerque, que no sabía que teníamos uno también en España) cuando mi entonces buen amigo Isra me convenció para pasar el Jueves Santo en su casa. Fui encantado, por supuesto, me encanta beber en sitios distintos donde los taxistas no tienen una foto mía por el reverso de la pegatina del ITV seguida de la leyenda "no recoger BAJO NINGÚN CONCEPTO". Es la que aparece normalmente a la derecha de la foto de M0E. El caso es que esa noche teníamos una escusa para beber. Isra estaba muy apenado por su perro Cuco (un Bichón Maltés blanco). Siempre sospeché que le llamó asi por su parecido con los irritantes pollos de los juegos de Zelda, pero jamás quise a preguntárselo, pues Isra sentía especial devoción Cuco. Además se me olvidaba el tema porque tenía que concentrarme seriamente en esquivar al animalico porque a la mínima me fornicaba la pantorrilla. Tanto le daba la derecha que la izquierda, yo creo que humillarme era el único objetivo del puto perro-patada (tenía un sueño húmedo recurrente en el cual yo aparecía dándole punterazos al chucho que tenía su correa "elástica" enganchada a mi tobillo como si se tratase del tipico juego de la paleta de ping-pong y la bola)
El caso es que Cuco estaba malito. Todos sabemos que las mascotas siempre enferman en diminutivo. Pues eso, el pobrecito estaba malito del higadito. EXACTO, del higadito. ¿Coincidencia?Creo que ya empezáis a captarme. Isra aprovechando (sí, empiezo a usar verbos con matices de reproche) el gentío que se concentra en Extremadura en la Semana Santa, me propuso ir a un bar un tanto alejado de la gente en el cual poder llorar sus penas entre lingotazos de Becherovka (ya sabéis, ese licor de hierbas checo). Bueno, no había problema, mis martes en la universidad suelen empezar de la misma forma. La cosa es que creo que el cabrón de Isra, cada 4 o 5 chupitos, me pasaba uno mezclado con un poco de DYC, y ya sabéis... no se debe mezclar nunca.
A partir de ese momento (debían de ser entre las 2 y las 3 de la mañana por la posisción del Sol) ya no recuerdo casi nada. Sólo la ligera sensación de un pinchazo en el costado, pero estaba casi acostumbrado a ello, me pasa cuando subo las escaleras de mi casa después de beber agua (deporte y líquido elemento, otras dos cosas con las que no me codeo normalmente).
Lo siguiente fue despertarme alarmado en Coruche con una fea cicatriz y un horrible agujero en el estómago. Conseguí tranquilizarme un poco cuando me di cuenta de que el agujero era mi ombligo, y la cicatriz la achaqué a haberme liado con una atractiva pirata con un atrativo garfio. De sobra es sabido en mediavida que con un pene de 28 cm se logra que cualquier mujer/travesti-filipino enloquezca como una leona masturbándose con unos de esos cactus anti-radiaciones de pc.
Así que satisfecho y orgulloso de haber rockanroleado la vida de una jugosa pirata portuguesa me dispuse a volver a casa de Isra. Pensaba regresar haciendo dedo (o paja, según condujera una mujer o un hombre), pero como lo único que sé decir en portugués es "obrigado" y "chuvasqueiro de pito" decidí volver a pata. Descubrí con cierta felicidad que me notaba algo más ligero decidí ir a pie, no corriendo pero sí a buen paso.
14 horas más tarde (sí, ando asombrosamente rápido cuando no voy cargando con 20 kilos en bebida y cortezas por todo el parque de Moncloa) aparecí en el jardincito de Isra. Durante el viaje de vuelta me pasaron unas cuantas cosas realmente increibles, pero no es plan de soltaros un rollo y además fijo que alguno me llama FEAK o algo así, así que ya os la contaré, porque son muy curiosas y se aprende mucho de esas historias. Palabra. La cosa es que cuando estaba a apenas unos metros de llamar a la puerta, algo me asalto por detrás; exactamente entre la corva y el tobillo de la pierna derecha. Ahí estaba Cuco del que pude deshacerme con un rápido golpe seco con el pie, como el de Raúl hace años. Cuco quedo panza arriba y recordé entoncés que estaba malito el perrito. Alarmado fui a ver si lo había matado. Parecía totalmente inerte. Cuidadosamente me acerqué a su pecho para ver si aún respiraba, y... ¿sabéis qué?. El muy hijo de perra, aprovechando la postura me meo en la orjea y se fue despollado. ¿Qué ese perro estaba malo? y un huevo de caballo. Se fue dando unas volteretas que le habrían valido el oro en Pekín, epa, perdon, en Beijing.
Fue después de esa meada de la que me di cuenta de todo. Ese meo de perro (soy un hombre al que le jode mucho desperdiciar la comida o la bebida) sabía a Smacks. Todos sabemos como huelen los Smacks en el pis, que era justo lo que yo había desayunado el día anterior. Además noté que el puto Cuco pesaba 2 kg más que el día anterior, ¡¡¡justo lo mismo que noté yo que había perdido de peso cuando puse rumbo Montijo!!!. Quedaba una última comprobación. Conseguí hacerle un placaje al perro y cuando lo levanté por encima de mi cabeza como si de Link en Ocarina of Time me tratase... descubrí que el chucho tenía una cicatriz exactamente igual que la mía. Cabía la posibilidad de que me hubiera liado a la vez con el animal y la pirata lusa, pero seamos sensatos... tres veces esa situación en lo que va de año hubiera sido exagerado.
Ya no había dudas. Ese maldito perrajo inframundano tenía mi higado. Aterrado me volví para Madrid a consultar con mi médico (también ejerce de abogado y fontanero, mi colega "El Sobras" es muy apañado) aunque no sin antes prender al malnacido del Cuco y colarlo por la ventana de la habitación del Isra. Sabedor como era de que ESE era mi alcoholizado hígado corrí como Hamilton a la salida del Bernabeu. Solo deciros que antes Montijo era famoso por sus chorizos; ahora lo es por su cráter.
Una vez en Madrid, el Sobras me dijo que efectivamente, el higado que tengo ahora mismo parece haber vivido 7 años por cada uno de los míos, y es por eso por lo que ya no puedo beber como hacía antes. Así que Anubis, Lamer, todos, espero que lo comprendáis el día de la quedada.