La actividad económica ya pierde fuelle, como evidencian los indicadores conocidos durante las últimas semanas: PIB, exportación, afiliaciones a la Seguridad Social, Producción Industrial o entrada de turistas. De hecho, organismos nacionales -como la AIReF- e internacionales -como la OCDE o la CE- han alertado recientemente de que las previsiones de un debilitamiento de la actividad se están cumpliendo. Además, el Gobierno maneja datos, a través del Indicador Sintético de Actividad o de la Actividad Exportadora, que confirman que la debilidad continuará o se acentuará en los próximos trimestres. Algo en lo que coinciden los analistas nacionales, que señalan como causas el sector exterior y el consumo de los hogares que, en última instancia, explican los menores crecimientos. También el Ecobarómetro de elEconomista e Informa D&B señala que la economía se desacelera hasta junio tras el repunte de inicios de año.
Carlos Ruiz, economista de Cepyme-CEOE, señala que lo sorprendente no es que se hayan encadenado indicadores que ponen de manifiesto una desaceleración de la economía, sino "que no se hubiese detectado antes". En definitiva, la ralentización viene anunciándose desde mediados del año pasado tanto por analistas privados como por organismos nacionales e internacionales, señala. Las previsiones apuntan que este año el PIB se quedará entre el 2,7-2,8% y que el próximo bajará al entorno del 2,4%. El economista de la patronal señala que datos como el PIB del segundo trimestre, la afiliación de julio o las últimos datos de exportación confirman esta desaceleración anunciada.