Esta es la pregunta que me hizo mi amigo Johnny mientras atravesábamos la Patagonia de Argentina rumbo a encontrarnos con las orcas en Punta Norte.
Entonces me di cuenta de que para un americano la existencia de esta figura es algo que le suena obsoleto, como a libro de historia, como pasado de moda.
Ciertamente me sorprendió la cuestión, pero me pareció muy apropiada e inteligente.
Una referencia - le dije, un Rey es una referencia que ayuda a definir una nación.
Un icono como Mandela, o Gandhi, que fueron reyes también.
En personajes como Obama, Chávez o Putin se atisba el afán de convertirse en una suerte de reyes, y así los percibe la gente, pero no dan la talla, no llegan al talón de un Rey de verdad, que no fue elegido por nadie, ni tuvo que mentir para convencer a masa alguna.
Nada peor que un falso rey, nada mejor que uno auténtico.
¿Acaso podemos elegir a nuestra familia democráticamente?, ¿tendría sentido que la gente pudiera elegir a su padre?, ¿os imagináis el caos que ello generaría?
Porque eso es un Monarca, querido Johnny, un remedio contra el caos humano de un pueblo.
Los símbolos son más importantes de lo que la gente cree y es más fácil burlarse de las creencias de los demás que reconocer que no las entienden porque no le han dedicado ni un instante a pensarlas profundamente.
En un mundo donde todo muta, los presidentes entran y salen y los políticos son cualquiera, creo que es necesario que exista alguien como un Rey. Los reyes nacen para ello, se preparan concienzudamente durante años para representar a una identidad nacional, se lo creen y por tanto lo son, permanecen por encima de gobiernos y crisis.
La razón de la existencia de un Rey se ve bien en los países en los que no los tienen, porque yo los veo algo perdidos.
La Reina de Inglaterra es monarca de Australia, Nueva Zelanda, Canadá y otros territorios lejanos y lo aceptan con naturalidad. Hasta en Estados Unidos han creado una suerte de familia real oculta que son los Kennedy.
Japón tiene reyes aunque se llamen de otra forma, y muchas naciones sólidas gozan de esa figura como Holanda, Suecia o Noruega, con denominaciones variadas pero reyes igualmente.
No entiendo cómo tanta gente puede vivir sin Dios, sin Rey y sin creencia en nada, no me extraña que busquen dioses paganos y héroes a los que seguir, que den palos de ciego con actores y cantantes, adoradores de Rollings o Elvis, en busca de lo que es un Rey: el punto de apoyo conceptual a partir del cual se puede empezar a construir, la primera piedra de un sistema que no puede ser aleatorio.
Los que no tienen rey lo buscan sin darse cuenta, ansían encontrarlo y se equivocan al buscarlo en un Messi, un Cristiano, un Félix, un Nadal o una Merkel.
Cuando todo va mal, cuando nada es seguro, el Rey siempre estuvo ahí, a pesar de los insultos y vejaciones, a pesar de que es humano y no es perfecto, pero sí lo ha sido en su trabajo por España, que no sería lo que es sin su trabajo entregado de decenios.
Sé que los destructores de mitos se van a cebar en Su Majestad ahora que se va, pero en el fondo les gustaría creer, y lo saben.
El Rey que viene, Don Felipe VI, tiene una preparación extraordinaria, formado militar e intelectualmente, de una solidez que no existe apenas en el mundo real, valga la paradoja.
Si, porque un Rey es real precisamente porque nace Rey, y eso lo hace diferente, y eso es lo que necesitamos, alguien distinto, que no haya llegado hasta ahí trepando y eliminando competencia. Es vital que el Rey nazca Rey, eso lo hace especial y valioso.
En América no lo entienden, porque si lo hicieran buscarían uno.
Un Rey nunca es populista, es intelectualmente independiente, un rey es el reservorio de los valores que la gente está olvidando. Todo caballero y dama necesita un buen Rey para desarrollarse en plenitud. Me gusta que esté usted ahí Majestad, y me entristece que se vaya.
La iconoclastia imperante ataca a toda autoridad, porque someterse voluntariamente es la virtud de los sabios.
Si el Rey no existiera habría que inventarlo, solo imaginar su ausencia me produce vértigo. Me gusta verlo ahí, viendo pasar gobiernos mejores o peores, apoyando siempre a la gente, como una constante necesaria para mover el mundo.
Porque, como dijo el sabio Arquímedes de Siracusa, sin un punto de apoyo fijo no funciona una palanca, y él es eso, la estrella Polar desde la cual toda orientación es posible. Arquímedes dijo: "dadme un punto de apoyo y moveré el mundo" eso es un Rey, querido Johnny.
Mi amigo escuchaba con atención.
Un Rey es como el padre de una enorme familia. A veces parece que no hace mucho, pero todos saben que esta ahí para cuando se le necesite. Un faro siempre alerta, que no miras si no hace falta, pero que te tranquiliza saber que existe.
El Rey es un factor moderador, un catalizador sin el cual las reacciones químicas de una nación no se producen igual.
Un Rey es bueno incluso para los que lo niegan, porque hacerlo es referenciarse también.
Un Rey lo es de todos, y no depende de elecciones, ese no es un defecto como algunos creen, esa es, precisamente, su fuerza.
El concepto de realeza es complejo y difícil de entender, y vivimos en un mundo de facilidades.
Yo amo a mi Rey y siento tristeza de que abdique, pero me alegra si es su decisión y la acepto.
Caballeros: ¡el Rey ha abdicado... Viva el Rey Felipe VI !