Que viajar enriquece culturalmente y eleva el conocimiento es, de por se, un axioma universal.
Sin embargo, no son pocas las personas que emiten falsos juicios de valor sobre los viajeros, basados claro está, en la frustración económica y la rabia contenida por no poder disfrutar de una vida sin complicaciones.
Estos pequeños hombrecitos siempre tratarán, impotentes, de justificar su paletismo vitalicio emitiendo esperpénticos insultos y profiriendo intentos de humillación verbal a aquellos que agotamos buena parte del sueldo en viajes, alegando que somos personas vacías y que no sabemos encontrar la felicidad de otra manera.
Se trata de siniestros e huraños seres a los que no hay que odiar, sino compadecer. Sujetillos, átomos aislados que despiertan cada día de la holgazanería, en sus colmenas de hormigón entre ríos de bruma porreril limitados por el encuadre de sus tristes celdas de 6m2 pintadas en amarillo mate. Habitaciones que huelen a pies y cuya iluminación no supera a la habitación principal de aquel nefasto Silent Hill: The Room.
Y es que les da rabia. Y mucha. Les da rabia que, ojo, sin ser ricos, destinemos gran parte de nuestro sueldo en vivir nuestra vida conociendo a Gaia solos, con pareja o con amigos que están a la altura de la situación. Con mochila y bici o con Mustang alquilado y buenos hoteles. Viajar es viajar.
Porque a nosotros nos da igual que ellos no viajen. No nos importa si prefieren quedarse en casa (a mí de hecho me encanta pasar 6 meses al año en mi casa y los disfruto activamente y con regocijo) y, a diferencia de lo que ellos creen, no vivimos una vida como si fuera una instantánea de Instagram, sino que disfrutamos de cada instante del viaje, saboreándolo y olvidándonos de esa asquerosa instantánea futil para únicamente guardar el recuerdo en nuestras mentes.
Trabajamos tan duro como ellos -o más- y no vamos a dar un paso a atrás en cuanto a seguir opinando que viajar es llevarse una mochilita vacía y llenarla de sueños y experiencias maravillosas, en vez de limitarse a ver la vida pasar, que ya suficiente hacemos todos, incluso nosotros!
Porque desgastamos nuestra existencia a diario con nuestros tristes trabajos -la práctica totalidad de ellos sin vocación alguna- con cuyos irrisorios sueldos al menos podemos elegir entre comprar estupideces electrónicas que no necesitamos o visitar lugares hermosos y llenos de culturas interesantísimas.
Da el primer paso, ve a tu sucursal bancaria y deja de ser el más rico del cementerio. Visita España, Europa, el mundo, bórrate Instagram y sube tus fotos y experiencias únicamente a tu alma.