Os cuento, aviso de que es un poco surrealista:
Estaba yo cazando en un coto (caza menor, perdices y esas cosas) cuando de repente escucho un disparo no muy lejano. A los pocos segundos un jabalí se echó sobre mí y empezó a morderme un brazo, en cuanto pude liberé mi brazo y le pegué un escopetazo en la cabeza. Se había comido mi bota derecha.
Cojeando y con la camisa tapando la hemorragia del brazo derecho, me dirigía al coche. Al llegar me di cuenta de que tenía un perdigón en el homoplato izquierdo, muy probablemente del disparo que escuché. Extraje el perdigón con una navaja, haciendo un estropicio, y taponé la herida con uno de los calcetines limpios que tenía en el coche y un poco de esparadrapo.
Como la única forma de salir de allí era en coche, no tuve más remedio que cogerlo (el móvil no tenía cobertura).
Ya me había tranquilizado cuando me di cuenta de que iba en una carretera de un carril, ¡en sentido contrario! Cuando fui a dar la vuelta un neumático se me rajó, así que me fui a una cuneta. Todavía no tenía cobertura, pero gracias a Dios, al otro lado había un teléfono de asistencia. Llevaba media calzada cuando aparece un trailer enorme a toda velocidad. No tenía tiempo de apartarme, así que me tiré al suelo despesperado, deseando no ser arrollado por esos 8 pares de ruedas que se me venían encima
Pasó por encima de mí límpiamente. Al menos eso pensé hasta que intenté ponerme en pie, momento en el que noté que me dolía mucho la pierna izquierda. Tenía una quemadura con la marca de un neumático, y suerte que no me pilló el par. El camionero no se dignó en parar. La verdad es que no recuerdo muy bien lo que pasó, pero sí que tengo viva la imagen de la quemadura de mi pierna.
Tras esto, fui al teléfono de asistencia para llamar a una ambulancia. Actualmente sólo cojeo un poco, es una suerte.
¿Y vosotros, cuándo es cuando habéis estado más cerca de la muerte?