Lo pongo aquí también
¿La necesidad del Estado?
Esta pregunta se convierte incluso más ridícula cuando observamos la “justificación” moral más común para el poder de los gobiernos democráticos, que se basa en “la voluntad de la mayoría”.
Antes que nada, “voluntad” es un aspecto del individuo, mientras que “mayoría” es una categoría concetual para un grupo. La “mayoría” no puede tener una “voluntad” de la misma manera que un “grupo de bailarines” puede “dar a luz”. Si esto te causa dudas, intenta construir una casa del árbol con el concepto “bosque” en vez que piezas de madera.
Suelen surgir dos objeciones al cuestionar la necesidad de un gobierno. La primera es que una sociedad libre solo es posible si las personas son perfectamente buenas o racionales- en otras palabras, los ciudadanos necesitan un gobierno centralizado porque existe gente malvada en el mundo.
El primer y más obvio problema con esta posición es que si existe gente malvada en la sociedad, entonces también existirán dentro del gobierno- y serán mucho más peligrosas. Los ciudadanos pueden protegerse contra individuos malvados, pero no tienen ninguna oportunidad de defenderse frente a un gobierno agresivo armado hasta los dientes con fuerza policíaca y militar. Por lo tanto, el argumento que se basa en que necesitamos el gobierno porque existe gente malvada es falso. Si existe gente malvada, el gobierno debe ser desmantelado, ya que la gente malvada se verá atraída a usar ese poder para sus propios fines-y, al contrario que los matones particulares, la gente malvada en el gobierno tiene a la policía y el ejército para infligir sus caprichos a una impotente (y relativamente desarmada) población.
Por lo tanto este argumento es similar a la idea de que “los falsificadores de dinero son muy peligrosos, por lo que deberíamos proporcionar un monopolio exclusivo sobre la falsificación de dinero a un numero reducido de individuo” ¿A dónde cojones crees que los falisifcadores de dinero van a ir a parar? (Ver: Reserva Federal)
Lógicamente, hay cuatro posibilidades dada la mezcla de gente buena y malvada en el mundo:
1- Todas las personas son morales
2- Todas las personas son inmorales
3- La mayoría de las personas son inmorales y una minoría es moral
4- La mayoría de los hombres son morales, y una minoría es inmoral
(Encontrar un equilibrio perfecto entre personas buenas y malas es prácticamente imposible)
En el primer caso (todas las personas son morales), el gobierno obviamente no es necesario, dado que el mal no puede existir.
En el segundo caso (todas las personas son inmorales), no se puede permitir que exista un gobierno por una simple razón. El gobierno, como se suele argumentar, debe existir porque hay gente malvada que desea hacer daño, y que solo se contienen por miedo a represalias (policía, prisiones, etc). La conclusión de este argumento es que cuantas menos represalias esta gente tema, mayor maldad infligirán al mundo.
Por lo tanto, si la gente malvada desea hacer daño, pero solo se contienen por fuerza, entonces la sociedad nunca puede permitir que exista un gobierno, porque la gente malvada trabajará febrilmente para conseguir controlar ese gobierno, para poder hacer mal y evitar represalias. En una sociedad de pura maldad, entonces, la única esperar para alcanzar estabilidad sería un estado, en el cual un armamiento general (entiéndase por ello, poseer cabezas nucleares) y temor a represalias cortarían los intentos maliciosos de distintos grupos. Este es el caso de naciones armadas con cabezas nucleares, un “equilibrio de poder” genera paz.
La tercera posibilidad es que la mayoría de la gente es malvada, y que solo unos pocos son buenos. Si ese es el caso, entonces no se puede dejar que exista un gobierno, ya que la mayoría en control del gobierno serán malvados, y aplicarán de forma despótica su poder sobre la minoría buena. La democracia en particular no se puede permitir, ya que la minoría de gente buena sería subyugada al control democrático de la mayoría malvada. La gente malvada, que desea hacer daño sin miedo a represalias, controlaría de forma inevitable el gobierno, y usaría su poder para llevar a cabo el mal sin miedo a consecuencias.
La gente buena no actúa de forma moral porque teman represalias, sino porque aman la virtud y la claridad mental-y, por ende, al contrario que la gente malvada, tienen poco o nada que ganar controlando el gobierno. En este escenario, entonces, el gobierno será controlado de forma inevitable por una mayoría de gente malvada que regirá, sobre todo, en detrimento de toda la gente moral.
La cuarta opción es que la mayoría de la gente es buena, y solo una minoría es malvada. Esta posibilidad está sujeta a los mismo problemas de los que se han hablando antes, en especial el hecho de que la gente malvada siempre querrá ganar control del gobierno, para poder escudarse de posibles represalias de sus crímenes. Esta opción solo cambia la apariencia de la democracia: dado que la mayoría de la gente es buena, las gente malvada que solo busca poder debe mentirles para poder obtener poder, y luego, después de llegar a cargos públicos, se quitarán la careta y perseguirán sus corruptos fines, asegurando que sus deseos se lleven a cabo mediante la fuerza de la policía y el ejército. (Esta es la situación actual en las democracias, por supuesto) Por lo tanto el gobierno sigue siendo el mayor premio para las personas más malvadas, que se harán rápidamente con su poder- en detrimento de todas las almas buenas- y por lo tanto tampoco se puede dejar que el gobierno exista en este escenario.
Queda claro, entonces, que no hay situación alguna en la que a un gobierno se le deje existir de una forma moral o lógica. La única posible justificación para la existencia de un gobierno sería si la mayoría de las personas son malvadas, pero todo el poder el gobierno está en manos de una minoría de personas buenas (ver República de Platón)
Esta situación, aunque sigue siendo interesante desde un punto de vista teórico, se deshace ante la lógica porque:
A) La mayoría malvada les echaría de forma democrática o les echaría mediante un golpe de Estado
b) No hay manera de asegurar que solo las personas buenas estarían en cargo del gobierno; y,
c) No hay ningún ejemplo de que esto haya ocurrido en ninguno de los brutales anales de historia del Estado.
El error lógico que siempre se comete al defender el gobierno es imaginar que cualquier juicio moral colectivo que pueda aplicarse a cualquier grupo de personas no se aplica también a aquellos que gobiernan por encima de ellos. Si el 50% de las personas son malvadas, entonces por lo menos el 50% de las personas que les gobiernan también son malvadas (y probablemente el número sea mayor, dado que la gente malvada siempre es atraída por el poder).
Por lo tanto, la existencia del mal nunca puede justificar la existencia de un gobierno.
Si no hay mal, los gobiernos son innecesarios. Si el mal existe, los gobiernos son demasiado peligrosos como para dejarles existir. ¿Por qué prevalece tanto este error?
Hay un número razones, que solo se podrán ver por encima aquí. La primera es que el gobierno se introduce a sí mismo a los niños en la forma de profesores de escuelas públicas que son consideradas autoridades morales. Por lo tanto la moral y la autoridad son asociadas en primera instancia con el gobierno- una asociación que se ve reforzada por años de repetición constante.
La segunda es que el gobierno nunca enseña a los niños sobre el origen de su poder- la violencia- sino que, al contrario, finge que es sino otra institución social, algo así como un negocio, una iglesia o caridad, pero más moral.
La tercera es que la prevalencia de la religión y la propaganda siempre han cegado al hombre de los males del gobierno- que es la razón de por qué los gobernantes siempre han mostrado aumentar el interés en las iglesias y la “educación” estatal. En una concepción religiosa del mundo, el poder absoluto es sinónimo de virtud perfecta, en forma de deidad. Sin embargo, en la realidad del mundo político de las personas, un aumento del poder siempre resulta en un aumento del mal. Con la religión, todo lo que ocurre debe ser por el bien- por lo tanto, luchar contra poderes políticos invasores es luchar contra la voluntad de una deidad. Hay muchas más razones, por supuesto, pero estas son las más profundas (Para una discusión más detallada sobre el rol que juegan los padres inculcando la fantasía de que “poder significa virtud”, por favor, vea mi libro “On Truth: The Tyranny of Illusion”.)
Al comienzo de esta sección mencioné que la gente generalmente hace dos errores cuando se le plantea la idea de disolver el gobierno. La primera es la creencia de que los gobiernos son necesarios porque existe gente malvada. La segunda es la creencia que, con la ausencia de gobiernos, cualquier institución social que surja tomará de forma inevitable el lugar de los gobiernos.
Por lo tanto, Dispute Resolution Organizations (DROs), compañías de seguros y fuerzas de seguridad privadas son todas consideradas cánceres potenciales que se expandirán y acabarán por apropiarse del cuerpo político.
Este punto de vista surge del mismo error que hemos analizado arriba. Si todas las instituciones sociales están constantemente intentando crecer en poder para imponer su voluntad en otros, entonces por ese mismo argumento, no se puede dejar dar lugar a un gobierno centralizado. Si es ley de vida que los grupos siempre tratan de conseguir poder sobre otros grupos e individuos, entonces la búsqueda de poder no terminará si uno de los dos gana, sino que seguirá expandiéndose a lo largo y ancho de la sociedad prácticamente sin oposición alguna hasta que la esclavitud sea la norma.
La única forma en la que las instituciones sociales pueden crecer hasta el punto de convertirse en monopolios violentos es librándose del coste de su imposición en sus víctimas. Los gobiernos pueden crecer interminablemente porque pueden pagar a recaudadores de hacienda con una porción de los impuestos que recogen. Los esclavos son, por lo tanto, forzados a pagar por los costes de su esclavitud
En una sociedad voluntaria, no habría impuestos, y por lo tanto cualquier grupo deseoso de ganar poder monopolístico tendría que financiar a su ejército por sí solo, lo cual nunca sería económicamente posible o rentable. (Para más detalles, por favor, lea mi arítuclo “War, Profit and the State” at www.freedomain.blogspot.com.) Es muy complicado entender la lógica del argumento que se basa en que, para poder protegernos de un grupo que pueda llegar a dominarnos, deberíamos apoyar a un grupo que ya de por sí nos domina. Este argumento estadista es similar a aquel sobre los monopolios privados que dice que los ciudadanos deberían crear un monopolio gubernamental porque tienen miedo de monopolios privados. No hace falta ser un lince para ver el sinsentido de esta afirmación.
¿Cuales son las pruebas de la idea de que poderes descentralizados que compiten entre sí promueven la paz?
En otras palabras, ¿hay algún dato del que podamos sostener la idea de que un equilibrio de poder (armas nucleares) es la única oportunidad que tiene individuo para alcanzar la libertad?
El crimen organizado no nos provee de buenos ejemplos, ya que las pandillas, que tienen a ser corruptas, manipulan y usan el poder de la policía estatal para aplicar su imperio, y por ello no se puede decir de estas pandillas que operen en un estado de naturaleza.
Por otro lado, las bandas criminales se benefician enormemente al proveer de servicios o sustancias que nos se pueden adquirir de forma legal, y por ello suelen florecer debido a políticas estatales.
Un ejemplo más útil es el hecho de que ningún líder haya declarado la guerra en otro líder que posea armas nucleares. En el pasado, cuando los líderes se sentían inmunes a represalias que les afectasen personalmente, estaban más que dispuestos a matar a su propia población a base de guerras. Ahora que ellos mismo están sujetos a la aniquilación, solo están dispuestos a atacar a los países que no se pueden defender.
Esta es una lección instructiva sobre por qué los hombres requieren de poblaciones dependientes y desarmadas- y un buen ejemplo de ello es cómo el miedo a represalias que afecten directamente a los líderes mediante cabezas nucleares es el único método posible para asegurar y mantener la libertad personal.
Huir de demonios imaginarios a las prisiones protectoras de los gobiernos solo asegura la destrucción las mismas libertades por las que vale la pena vivir.
Este segmento lo he extraído del libro Universally Preferable Behaviour: A Rational Proof of Secular Ethics de Stefan Molyneux. La traducción es mía, por lo que puede que no sea del todo profesional.