Otra vez la copa inglesa, el escenario soñado por los jugadores para mostrar su valor. En la grada los seguidores empujaban como siempre, pero el Brighton iba a despertarlos a todos de lo que en el fondo era sólo un sueño.
También en el fútbol corren malos tiempos para los idealistas, se impone el negocio y se cierran las vías más románticas. O quizás no, en Manchester, este equipo que no sabe hasta donde llegará su viaje, resiste alzado contra el poder establecido, se niega a ceder ante el empuje del sistema. Estos muchachos representan de modo real a sus aficionados, aunque no ganen. Algunos verán en ellos un simple intento de llamar la atencion, una forma de malgastar fuerzas luchando contra un imposible... una pérdida de tiempo.
Puede que ni las ilusiones del club ni las de sus jugadores pasen de ser mas que eso, que estemos ante una utopía irrealizable, un empeño destinado al fracaso. Pero nadie podra decirle a esta gente, que no lo han intentado.